Por César Antonio
Era muy bueno ver reunida a toda la familia una vez más. El aniversario de bodas numero 50 era la excusa perfecta para juntar a todos los nietos, hermanos, primos y hacer una fiesta que no se había realizado nunca.
Desde lejos llegaron Ignacio y su familia. Él era de esos primos que se roban la película, atento, simpático, con una sonrisa y un chiste a flor de piel. Cuando llegó, de inmediato comenzó a contar las anécdotas que traía del largo viaje en carretera.
Nacho estaba contento. Se iba a juntar además con su “yunta” de toda la vida, Rodolfo, quien era su primo más amigo. Juntos habían hecho muchas cosas; tenían travesuras de sobra para contar y reír.
La fiesta, un lujo. Los abuelos estaban felices, hacía tanto tiempo esperaban ver a toda la familia reunida que lo disfrutaron a destajo. Mientras las tías conversaban, los más jóvenes aprovechaban la ocasión para contarse historias y ponerse al día. Nacho, por primera vez en la historia, reconocía que estaba enamorado y feliz de su polola Carolina, y es que nunca se le había visto así de enganchado.
Cuando la fiesta ya había avanzado y eran casi las 4 a.m., Nacho aprovechó que su papá había ido a su casa –que queda a la vuelta de la de los abuelos- y le dijo rápido a Rodolfo: “Oye primo, vamos de una en el auto de mi viejo a decirle a los cabros que mañana nos juntamos”. Roro no dudo en acompañarlo y la Javi, hermana menor del Nacho, también se sumó.
El paseo sería corto, era cosa de atravesar la avenida y llegar a la casa donde los amigos estaban carreteando, para decirles que mañana se juntarían todos. Al dar la vuelta a la esquina, algo desmotivó a Javi, -son esas cosas que uno jamás logra explicarse- Nacho un tanto enojado dio la vuelta y retornó a la casa para dejar a su hermana. Luego de eso salieron raudos.
En el auto los primos conversaban animadamente sobre lo que harían al otro día con sus amigos de infancia, dieron vuelta a la esquina y ante ellos apareció la larga avenida que terminaba en un antiguo muro. Nacho aceleró más de la cuenta. Al llegar al muro debía girar velozmente el auto en unos 90º grados, pero algo falló, esas historias que iban compartiendo con Roro, serían las últimas. El pequeño Chevrolet quedó destrozado y las vidas de ambos primos que no sumaban cuarenta entre los dos, desaparecieron, como desapareció la ilusión de una fiesta feliz.
“A la memoria de una amigo que perdí en un accidente idéntico al de la noticia, con cariño para Ignacio, quien soñaba con empezar sus estudios de periodismo este año”.
César Antonio.
Era muy bueno ver reunida a toda la familia una vez más. El aniversario de bodas numero 50 era la excusa perfecta para juntar a todos los nietos, hermanos, primos y hacer una fiesta que no se había realizado nunca.
Desde lejos llegaron Ignacio y su familia. Él era de esos primos que se roban la película, atento, simpático, con una sonrisa y un chiste a flor de piel. Cuando llegó, de inmediato comenzó a contar las anécdotas que traía del largo viaje en carretera.
Nacho estaba contento. Se iba a juntar además con su “yunta” de toda la vida, Rodolfo, quien era su primo más amigo. Juntos habían hecho muchas cosas; tenían travesuras de sobra para contar y reír.
La fiesta, un lujo. Los abuelos estaban felices, hacía tanto tiempo esperaban ver a toda la familia reunida que lo disfrutaron a destajo. Mientras las tías conversaban, los más jóvenes aprovechaban la ocasión para contarse historias y ponerse al día. Nacho, por primera vez en la historia, reconocía que estaba enamorado y feliz de su polola Carolina, y es que nunca se le había visto así de enganchado.
Cuando la fiesta ya había avanzado y eran casi las 4 a.m., Nacho aprovechó que su papá había ido a su casa –que queda a la vuelta de la de los abuelos- y le dijo rápido a Rodolfo: “Oye primo, vamos de una en el auto de mi viejo a decirle a los cabros que mañana nos juntamos”. Roro no dudo en acompañarlo y la Javi, hermana menor del Nacho, también se sumó.
El paseo sería corto, era cosa de atravesar la avenida y llegar a la casa donde los amigos estaban carreteando, para decirles que mañana se juntarían todos. Al dar la vuelta a la esquina, algo desmotivó a Javi, -son esas cosas que uno jamás logra explicarse- Nacho un tanto enojado dio la vuelta y retornó a la casa para dejar a su hermana. Luego de eso salieron raudos.
En el auto los primos conversaban animadamente sobre lo que harían al otro día con sus amigos de infancia, dieron vuelta a la esquina y ante ellos apareció la larga avenida que terminaba en un antiguo muro. Nacho aceleró más de la cuenta. Al llegar al muro debía girar velozmente el auto en unos 90º grados, pero algo falló, esas historias que iban compartiendo con Roro, serían las últimas. El pequeño Chevrolet quedó destrozado y las vidas de ambos primos que no sumaban cuarenta entre los dos, desaparecieron, como desapareció la ilusión de una fiesta feliz.
“A la memoria de una amigo que perdí en un accidente idéntico al de la noticia, con cariño para Ignacio, quien soñaba con empezar sus estudios de periodismo este año”.
César Antonio.
LEAD:
IQUIQUE.- Una fatal accidente ocurrió esta madrugada en Iquique luego de que el auto en que viajaba un grupo de jóvenes impactara contra un muro de contención dejando a tres de los ocupantes del vehículo muertos.
5 Comments:
César, tu relato es muy emocionante... Te felicito.
Además, demuestras una gran amistad y fuerza al dedicárselo a tu amigo.
Un abrazo.
mui emocionante, de verdad muy bien chatito ^^
Es de esas historias que podrían comenzar con el lugar común del "nada hacía presagiar que...". Es un buen relato, que mantiene la tensión al narrar una serie de acontecimientos que hacen preguntarse qué pasará al final.
Yo ya conocía esa historia y creo que lo q viene despuués de ese desenlace es peor aun =(.
Muy lindo el relato hermano.
la cagó
super bueno
daa ene pena eso sí
pero se siente muy cercana
=)
Naty R.
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