Por Macarena Richmond
Kan Nobuo conoció a Anita la noche en que llegó a Lican Ray junto a un grupo de turistas. Ella estaba sentada en la barra del bar del hotel en que se hospedaron. Esa noche Anita lucía un vestido rojo, de generoso escote y escaso largo. Sentada, con las piernas cruzadas, estaba lista para embaucar al solitario nipón de 50 años.
Anita -que hace dos años había trabajado en un cabaret en Aomori- había sido informada por una antigua compañera que a Chile, específicamente a Villarrica, justamente donde ella se daba unos días de relajo, llegaría un nipón adinerado, que por la personalidad solitaria que le era característica y su naturaleza candente le podría resultar “presa” fácil.
Dicho y hecho. Anita, a través de miradas y coqueteos varios, logró llamar la atención de Kan Nobuo, quien no tardó en invitarla a su habitación. Ella accedió, pero consecuente con el plan que había tramado, no le permitió nada más que caricias íntimas, incitándolo para que al día siguiente cuando saliera de excursión con el resto de los turistas, se apartara del grupo y la ayudara a cumplir una de las fantasías sexuales que ella ansiaba hacer realidad: tener sexo al aire libre, rodeada del cálido y vaporoso ambiente que otorgaban las elevadas temperaturas de las aguas termales.
Al día siguiente Kan Nobuo esperó impacientemente que llegaran las 16:30 hrs., instante en que saldría junto a sus compañeros turistas a recorrer los alrededores de las Termas Geométricas.
Llegado el momento, se subieron al bus que recorrería el camino Parque Nacional Villarrica hasta llegar al recinto termal. Al llegar, Kan Nobuo tendría que esperar que Anita apareciera escondida entre la espesura del bosque. Después de recorrer un tramo corto junto al grupo, logró divisarla entre los árboles. Tal como le había prometido la noche anterior, estaba vestida con una túnica transparente de geisha.
Las voluptuosidades de la fémina no tardaron en excitar la curiosidad y la corporalidad de Kan Nobuo, quien no dudó un instante en seguir el enrevesado camino que le indicaba Anita. De esta manera, el japonés tuvo que, en primer lugar, atravesar una muralla de un material parecido al hormigón, que separaba la pasarela destinada al tránsito de personas del área de acceso restringido. Luego se encontró con rocas, por las que Anita transitó sin problemas, llamándolo a seguirla.
Kan Nobuo encontraba un poco exagerado el camino elegido para no ser vistos, aparte de extremadamente cansador, pero la situación contribuía a hacer más entretenida y excitante la travesía, por lo que seguía cada paso de Anita como si fuese su sombra. Al fin, llegaron al otro lado de las rocas donde se encontró con un pequeño embalse que acumula las aguas que serán redistribuidas a los pozos termales. El vapor era casi asfixiante, se deducía que las aguas de este embalse eran en extremo cálidas.
La silueta de Anita se desdibujaba debido al ambiente completamente vaporoso. Producto de lo mismo, la túnica transparente se pegaba al cuerpo de la falsa geisha marcando su sinuosa anatomía y acrecentando la libido de Kan Nobuo. Anita se acercó a él, le acarició el pecho, le pasó las manos por la espalda.
-Hace mucho tiempo que quería hacer esto- le dijo con voz susurrante al oído, mientras Kan Nobuo la tomaba por la cintura y deslizaba sus manos hasta las caderas de la mujer. -Pero tú sabes que al fin y al cabo soy puta y me tienes que pagar. ¿La trajiste, verdad?- preguntó Anita, refiriéndose a la chequera del japonés, sin dejar de frotar lentamente su cuerpo contra el de Kan Nobuo, quien asintió sacando ésta de su pequeño bolso.
Anita continuó acariciando, besando y frotándose contra el japonés, mientra él hacía lo mismo. Ella le sacó el bolso que traía colgado y que contenía los documentos y lo dejó a un lado para proseguir con su candente labor. El vapor confundía todo. Kan Nobuo sintió derepente que Anita se alejaba, aunque aun sentía sus manos masajeando su cuerpo. Pensó que era parte del juego. De pronto se sintió solo, el vapor lo confundía, llamaba a Anita, pero ella no respondía. Incertidumbre, vapor, soledad, angustia, calor, desesperación…de pronto una mano empujándolo y de ahí sólo sus gritos y la piel hirviendo.
LEAD:
Hasta el Hospital del Trabajador de Santiago fue trasladado en avión el ciudadano japonés de 50 años que resultó con el 75% de su cuerpo quemado tras caer ayer a un pozo de agua caliente en las Termas Geométricas de Lican Ray, en la región de la Araucanía.
Se trata de Kan Nobuo, de 50 años de edad, quien se habría apartado el grupo que visitaba el recinto termal y accedió a la zona donde existe un pequeño embalse que acumula las aguas que luego son redistribuidas a los posones, según lo explicó el administrador del recinto, en Santiago, Nicolás Puelma.
Kan Nobuo conoció a Anita la noche en que llegó a Lican Ray junto a un grupo de turistas. Ella estaba sentada en la barra del bar del hotel en que se hospedaron. Esa noche Anita lucía un vestido rojo, de generoso escote y escaso largo. Sentada, con las piernas cruzadas, estaba lista para embaucar al solitario nipón de 50 años.
Anita -que hace dos años había trabajado en un cabaret en Aomori- había sido informada por una antigua compañera que a Chile, específicamente a Villarrica, justamente donde ella se daba unos días de relajo, llegaría un nipón adinerado, que por la personalidad solitaria que le era característica y su naturaleza candente le podría resultar “presa” fácil.
Dicho y hecho. Anita, a través de miradas y coqueteos varios, logró llamar la atención de Kan Nobuo, quien no tardó en invitarla a su habitación. Ella accedió, pero consecuente con el plan que había tramado, no le permitió nada más que caricias íntimas, incitándolo para que al día siguiente cuando saliera de excursión con el resto de los turistas, se apartara del grupo y la ayudara a cumplir una de las fantasías sexuales que ella ansiaba hacer realidad: tener sexo al aire libre, rodeada del cálido y vaporoso ambiente que otorgaban las elevadas temperaturas de las aguas termales.
Al día siguiente Kan Nobuo esperó impacientemente que llegaran las 16:30 hrs., instante en que saldría junto a sus compañeros turistas a recorrer los alrededores de las Termas Geométricas.
Llegado el momento, se subieron al bus que recorrería el camino Parque Nacional Villarrica hasta llegar al recinto termal. Al llegar, Kan Nobuo tendría que esperar que Anita apareciera escondida entre la espesura del bosque. Después de recorrer un tramo corto junto al grupo, logró divisarla entre los árboles. Tal como le había prometido la noche anterior, estaba vestida con una túnica transparente de geisha.
Las voluptuosidades de la fémina no tardaron en excitar la curiosidad y la corporalidad de Kan Nobuo, quien no dudó un instante en seguir el enrevesado camino que le indicaba Anita. De esta manera, el japonés tuvo que, en primer lugar, atravesar una muralla de un material parecido al hormigón, que separaba la pasarela destinada al tránsito de personas del área de acceso restringido. Luego se encontró con rocas, por las que Anita transitó sin problemas, llamándolo a seguirla.
Kan Nobuo encontraba un poco exagerado el camino elegido para no ser vistos, aparte de extremadamente cansador, pero la situación contribuía a hacer más entretenida y excitante la travesía, por lo que seguía cada paso de Anita como si fuese su sombra. Al fin, llegaron al otro lado de las rocas donde se encontró con un pequeño embalse que acumula las aguas que serán redistribuidas a los pozos termales. El vapor era casi asfixiante, se deducía que las aguas de este embalse eran en extremo cálidas.
La silueta de Anita se desdibujaba debido al ambiente completamente vaporoso. Producto de lo mismo, la túnica transparente se pegaba al cuerpo de la falsa geisha marcando su sinuosa anatomía y acrecentando la libido de Kan Nobuo. Anita se acercó a él, le acarició el pecho, le pasó las manos por la espalda.
-Hace mucho tiempo que quería hacer esto- le dijo con voz susurrante al oído, mientras Kan Nobuo la tomaba por la cintura y deslizaba sus manos hasta las caderas de la mujer. -Pero tú sabes que al fin y al cabo soy puta y me tienes que pagar. ¿La trajiste, verdad?- preguntó Anita, refiriéndose a la chequera del japonés, sin dejar de frotar lentamente su cuerpo contra el de Kan Nobuo, quien asintió sacando ésta de su pequeño bolso.
Anita continuó acariciando, besando y frotándose contra el japonés, mientra él hacía lo mismo. Ella le sacó el bolso que traía colgado y que contenía los documentos y lo dejó a un lado para proseguir con su candente labor. El vapor confundía todo. Kan Nobuo sintió derepente que Anita se alejaba, aunque aun sentía sus manos masajeando su cuerpo. Pensó que era parte del juego. De pronto se sintió solo, el vapor lo confundía, llamaba a Anita, pero ella no respondía. Incertidumbre, vapor, soledad, angustia, calor, desesperación…de pronto una mano empujándolo y de ahí sólo sus gritos y la piel hirviendo.
LEAD:
Hasta el Hospital del Trabajador de Santiago fue trasladado en avión el ciudadano japonés de 50 años que resultó con el 75% de su cuerpo quemado tras caer ayer a un pozo de agua caliente en las Termas Geométricas de Lican Ray, en la región de la Araucanía.
Se trata de Kan Nobuo, de 50 años de edad, quien se habría apartado el grupo que visitaba el recinto termal y accedió a la zona donde existe un pequeño embalse que acumula las aguas que luego son redistribuidas a los posones, según lo explicó el administrador del recinto, en Santiago, Nicolás Puelma.
3 Comments:
demasiado bueno!!!!! la cagó!
fran mena
Increíble el grado de lucidez para crear una historia así. Cada momento de la historia calza con el anterior, posibilitado por una enorme capacidad imaginativa.
Me gustó tu relato. La serie de elementos que pusiste incentivan leer hasta el final.
Nicko Barrera
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