Por Constanza González
-Miguelito, Carlos, levántense…ya es la hora de ir al colegio.
Al igual que todos los días, me despierto a las 5 de la mañana para comenzar la interminable rutina. Despierto a los niños, les sirvo el desayuno, los voy a dejar a la escuela y luego…a trabajar.
Mi trabajo no podría calificarlo como algo divertido o emocionante, sino que tremendamente aburrido. No encuentro la forma de motivarme al trabajar, siento que lo único que me hace volver allí es la misma razón por la que vivo, mis hijos. Es así como cada jornada comienza de la misma forma. Llego al trabajo a las 8:30 y salgo a las 8:30, mil doscientas fotocopias por día.
Ése viernes, me sentía feliz, ya terminaba la agotadora semana y tenía planes de salir con los niños a pasear al parque y tirarnos en el pasto solamente a conversar y tomar helado. Estaba preocupada por ellos, ya que después de la muerte de José, mi marido, se comportaban distinto. Es entendible que vivieran la pena aislándose; ya no jugaban como antes, no reían como antes y eso era lo que me partía el corazón. A José le detectaron cáncer hace tres años, y murió el 10 de junio de este año, exactamente hace 4 meses.
Eran las 6:00 y ya estábamos listos para empezar el trayecto. Al igual que de costumbre, la micro se demoró 10 minutos y dejé a los niños en la escuela a las 6:20. Luego tomé otra micro, en dirección a San Bernardo, que se demora una hora. Me bajé ésta y empecé la caminata habitual de las 10 cuadras. Me encanta caminar y escuchar música, era un camino algo solitario, pero me distraía. Hace un tiempo los niños me habían prestado su mp3, obviamente para mí eran puros ruidos molestosos pero, de cierta forma, me acercaban a ellos así que sólo escuchaba y trababa de cantar.
-“Venga pa’ acá mijita, o sino la mato”
Corrí, corrí, lo más rápido que pude, intente no mirar, intente seguir caminando rápido, pero él tenía mucha fuerza. Me agarró de los brazos apretándome contra él, cuando de repente sacó el arma y mi voz se cortó… No podía gritar, lo intente muchas veces pero era un ser completamente indefenso frente a este monstruo, este hombre que trataba de abusar de mí. Por su olor sentí que estaba borracho, tenía olor a vino y prácticamente le costaba estar de pie y menos hablar. En un segundo, se vino una imagen de mi infancia a la cabeza. Me acorde de mi abuelo. Él llegaba todas las noches ebrio a mi casa, donde vivía con mi abuela y mi hermana menor. Todas las noches nos escondíamos debajo de las camas para no escuchar como golpeaba a mi abuela, y luego iba al baño a vomitar.
Le pegue una patada, y él calló al suelo como un niño. Corrí lo más rápido que pude, me saque los molestos zapatos que me había comprado en liquidación de temporada, y de repente estaba frente a un edificio verde. ¡La comisaría de San Bernardo! No lo podía creer.
Lo identificaron como Claudio Bahamondes Delgado, quien ahora es ex cabo segundo.
En este momento está siendo formalizado en los tribunales. Esperemos que la justicia se haga presente en el caso y pueda vivir en tranquilidad con mis hijos. Yo sé que mi marido me está cuidando desde allá arriba. Por ahora todo sigue igual.
-Miguelito, Carlos, levántense…ya es la hora de ir al colegio.
LEAD:
Carabineros desvinculó a funcionario que atacó sexualmente a una mujer
La Dirección General decidió dar de baja de inmediato al ahora ex carabinero por conductas impropias.
Carabineros desvinculó de la institución a un efectivo que la madrugada de este viernes atacó sexualmente a una mujer en la vía pública en la comuna de San Bernardo, en el sector sur de la capital.
1 Comment:
Alguien más había utilizado esta noticia para el ejercicio. Es increíble cómo puede cambiar una historia guiada por la imaginación de su autor o autora.
Me gustó la incorporación de elementos emotivos, que siempre contribuye a darle más realidad a los relatos.
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