Por Francisco Caneo C.
Moeun Rim y Nhanh son una pareja de camboyanos (para los malpensados: son de Camboya). Llevaban más de 40 años de matrimonio y nunca quisieron acrecentar la familia. Él, de piel morena y oscuros ojos, sobresale por su simpatía y su coquetería con las féminas. Es de esos galanes de siglo XX que se sabe todas las tácticas por libro, un hombre esforzado que, gracias a sus capacidades para los negocios y su trabajo incesante, ha podido montar su propia empresa de moteles, lo que le ha significado poseer una gran fortuna. Ella, de una figura despampanante que ha tenido que pasar más de una vez por el quirófano para mantener, vuelve loco a cualquier hombre que la ve caminando por las calles, a pesar de los 55 años que lleva encima. Es una mujer de lujos y excentricidades, los que ha podido solventar gracias a la buena situación económica de su marido. Quienes la conocen dice que es un poco alterada y extremista en sus decisiones, y que se mantiene en constante alerta a los movimientos de su marido ya que, en mas de una ocasión, lo ha pillado con otras muchachas en cosas que no debería hacer un hombre casado.
Fue una de esas veces, cuando lo encontró con la recepcionista de uno de sus moteles en pleno acto sexual, que Nhanh dijo basta y se hartó de tanta infidelidad de su marido. En ese mismo momento le pidió el divorcio, alegando que ya no aguantaba más sus “canitas al aire”. Él se deshizo en explicaciones y ruegos para poder cambiar su opinión, pero fue en vano, la decisión ya estaba tomada: se iban a separar.
La separación ya era un hecho. Aunque compartían la misma casa, ya no dormían en la misma cama ni almorzaban en la misma mesa. Comenzaron con los trámites del divorcio días después de la “pillada” de la mujer, pero pasados 4 meses no había ninguna resolución por parte de la justicia. La razón: estaban casados por sociedad conyugal y los bienes tenían que ser compartidos. Pasaron los meses y nada ocurría, todo se tornaba mas difícil ya que la "gorreada" de Moeun Rim había transformado todo el amor de Nhanh en un odio puro, tanto así que ella trataba de no cruzarse con él por ningún rincón de la casa, y cuando lo hacía, su mirada, fuerte e iracunda, se reflejaba en los ojos del infiel marido.
Un día Nhanh no aguantó más compartir el mismo techo con Moeun Rim y, pensando una medida extrema y no tan cuerda, le ofreció literalmente separar la casa en dos. En un principio, él se vio descolocado a este ofrecimiento, negándose de plano a esta posibilidad, pero fue tanta la presión de su ex mujer que terminó cediendo.
El 30 de septiembre de 2008, la casa que habían compartido durante 40 años, llena de penas y alegrías familiares, fue partida por la mitad. El trozo de hogar que le tocó a Moeun Rim fue desplazado por su propia voluntad a 90 kilómetros de donde se quedó la casa de su bella ex mujer.
Ahora, Nhanh pasa frió todas las noches, pero es feliz, ya que no tiene al infiel de su marido bajo el mismo techo y puede sacar su “cuernos” al sol sin abrir puertas ni ventanas.
Moeun Rim y Nhanh son una pareja de camboyanos (para los malpensados: son de Camboya). Llevaban más de 40 años de matrimonio y nunca quisieron acrecentar la familia. Él, de piel morena y oscuros ojos, sobresale por su simpatía y su coquetería con las féminas. Es de esos galanes de siglo XX que se sabe todas las tácticas por libro, un hombre esforzado que, gracias a sus capacidades para los negocios y su trabajo incesante, ha podido montar su propia empresa de moteles, lo que le ha significado poseer una gran fortuna. Ella, de una figura despampanante que ha tenido que pasar más de una vez por el quirófano para mantener, vuelve loco a cualquier hombre que la ve caminando por las calles, a pesar de los 55 años que lleva encima. Es una mujer de lujos y excentricidades, los que ha podido solventar gracias a la buena situación económica de su marido. Quienes la conocen dice que es un poco alterada y extremista en sus decisiones, y que se mantiene en constante alerta a los movimientos de su marido ya que, en mas de una ocasión, lo ha pillado con otras muchachas en cosas que no debería hacer un hombre casado.
Fue una de esas veces, cuando lo encontró con la recepcionista de uno de sus moteles en pleno acto sexual, que Nhanh dijo basta y se hartó de tanta infidelidad de su marido. En ese mismo momento le pidió el divorcio, alegando que ya no aguantaba más sus “canitas al aire”. Él se deshizo en explicaciones y ruegos para poder cambiar su opinión, pero fue en vano, la decisión ya estaba tomada: se iban a separar.
La separación ya era un hecho. Aunque compartían la misma casa, ya no dormían en la misma cama ni almorzaban en la misma mesa. Comenzaron con los trámites del divorcio días después de la “pillada” de la mujer, pero pasados 4 meses no había ninguna resolución por parte de la justicia. La razón: estaban casados por sociedad conyugal y los bienes tenían que ser compartidos. Pasaron los meses y nada ocurría, todo se tornaba mas difícil ya que la "gorreada" de Moeun Rim había transformado todo el amor de Nhanh en un odio puro, tanto así que ella trataba de no cruzarse con él por ningún rincón de la casa, y cuando lo hacía, su mirada, fuerte e iracunda, se reflejaba en los ojos del infiel marido.
Un día Nhanh no aguantó más compartir el mismo techo con Moeun Rim y, pensando una medida extrema y no tan cuerda, le ofreció literalmente separar la casa en dos. En un principio, él se vio descolocado a este ofrecimiento, negándose de plano a esta posibilidad, pero fue tanta la presión de su ex mujer que terminó cediendo.
El 30 de septiembre de 2008, la casa que habían compartido durante 40 años, llena de penas y alegrías familiares, fue partida por la mitad. El trozo de hogar que le tocó a Moeun Rim fue desplazado por su propia voluntad a 90 kilómetros de donde se quedó la casa de su bella ex mujer.
Ahora, Nhanh pasa frió todas las noches, pero es feliz, ya que no tiene al infiel de su marido bajo el mismo techo y puede sacar su “cuernos” al sol sin abrir puertas ni ventanas.
LEAD:
Una pareja camboyana cierra su casa por la mitad para acelerar su divorcio
El señor Rim ha trasladado su parte de la vivienda a otro lugar de la ciudad
1 Comment:
Jajajaja. No hay nada tan extravagante como la realidad. El final es perfecto para el tono de la historia.
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