Por Valentina Le-Bert
Son dos hombres jóvenes, siempre andan juntos, como si fueran pololos o algo por el estilo. Aunque eso es lo que los vecinos creen, en realidad no saben nada. Sumergidos en su pobreza, Carlos y Alejandro comparten sus vidas desde que nacieron. Ambos, incluso, poseen historias muy similares. Vivieron bastante solos toda su infancia, pues la madre de Carlos lo dejó a cargo de su abuela para poder trabajar día y noche, y la abuela murió cuando él tenía tan solo 15 años. Alejandro aún vive con su madre, pero desde que él tiene memoria los roles madre e hijo no responden a la normalidad de las cosas. La madre es obesa y no puede hacer nada sola. Armando la baña, la viste, le da de comer y le compra algunos remedios para mantenerla viva. Por esta razón él nunca ha formado su propia familia, y la verdad es que tampoco le interesa. Ni siquiera tiene la plata como para sobrevivir él solo, y más aún, cree que las mujeres se ponen insoportables cuando se trata de familia y dinero. Las pocas veces que tuvo pareja se sentía presionado, y con hijos la cosa es todavía más complicada. Encontrar trabajo no es cosa fácil, sobre todo para estos amigos que viven en una misma pieza, en la casa de Alejandro, con su madre y su obesidad.
Son dos hombres jóvenes, siempre andan juntos, como si fueran pololos o algo por el estilo. Aunque eso es lo que los vecinos creen, en realidad no saben nada. Sumergidos en su pobreza, Carlos y Alejandro comparten sus vidas desde que nacieron. Ambos, incluso, poseen historias muy similares. Vivieron bastante solos toda su infancia, pues la madre de Carlos lo dejó a cargo de su abuela para poder trabajar día y noche, y la abuela murió cuando él tenía tan solo 15 años. Alejandro aún vive con su madre, pero desde que él tiene memoria los roles madre e hijo no responden a la normalidad de las cosas. La madre es obesa y no puede hacer nada sola. Armando la baña, la viste, le da de comer y le compra algunos remedios para mantenerla viva. Por esta razón él nunca ha formado su propia familia, y la verdad es que tampoco le interesa. Ni siquiera tiene la plata como para sobrevivir él solo, y más aún, cree que las mujeres se ponen insoportables cuando se trata de familia y dinero. Las pocas veces que tuvo pareja se sentía presionado, y con hijos la cosa es todavía más complicada. Encontrar trabajo no es cosa fácil, sobre todo para estos amigos que viven en una misma pieza, en la casa de Alejandro, con su madre y su obesidad.
Carlos se encuentra trabajando en un supermercado, pero sospecha que le queda poco tiempo allí, pues lo vieron entrando al baño de mujeres con una cajera y las relaciones entre trabajadores están prohibidas. Sospechas acertadas, lo despidieron.
Alejandro sigue con su madre, pero las cosas van empeorando. El poco espacio que ella tiene le impide hacer los ejercicios para mover las piernas, y los músculos se le están atrofiando. Es así como este par de amigos se da cuenta que la única razón por la cual siguen viviendo es… ninguna. La de Alejandro podría ser la de mantener con vida a su madre, pero hace tiempo que dejó de encontrarle sentido a las cosas.
Algo tenía que pasar, porque cuando las cosas son tan planas y aburridas se espera que ocurra algo, y si no pasa nada se provoca algo.
Ese día, los amigos conversaban sobre el futuro de la madre de Alejandro. Si su situación no cambiaba, simplemente no resistiría una semana más postrada.
Carlos sin trabajo y Alejandro tampoco. Entre los dos sabían comunicarse muy bien sin hablar demasiado, y los pensamientos de Carlos llegaron a Alejandro. Nunca habían robado, pero dadas las circunstancias tendrían que pedirle una ayudita a alguien, o mejor dicho exigirle.
Demoraron bastante en planear las cosas, porque no querían dañar a nadie, y tampoco sumergir en la pobreza a otra persona. Tenia que ser alguien a quien no le afectara tanto, y que no tuviera a personas a su cargo. Eso era lo que le preocupaba a Alejandro. “Imagínate le robamos a alguien que tiene a su mamá igual de enferma que la mía”. Un anciano, ésa era la opción. Y uno que ojalá estuviera los más solo posible, y que tampoco le quedara mucho de vida, así no se lamentaría tanto por la plata perdida. Así, pensaron en el viejo Hernán, de 67 años, tal vez no tan viejo, pero era solo y miserable. En más de una ocasión Alejandro le había pedido un cigarrillo y este viejo le respondía: “Trabaja si quieres conseguir lo tuyo”. Como si las cosas fueran tan fáciles.
No había tiempo, así que lo planeado no fue tan planeado. Demoraron mucho en elegir a quien, pero no en ver como lo harían. Al día siguiente se dirigieron a un banco, y decidieron que apenas saliera el viejo Mario Hernán lo agarrarían y le sacarían la plata. Sin golpes, sin escándalos. Pero, como era normal en sus vidas, las cosas no salieron como las esperaban. El anciano se encontraba armado, tenía un cuchillo, por lo que los nervios superaron a Carlos y le pegó por la espalda, con bastante fuerza como para dejarlo tirado en el suelo. Corrieron juntos, como siempre, tan rápido que ni ellos se dieron cuenta de todo lo que avanzaron.
Lo que viene después es obvio. La policía los persiguió, y el viejo Mario Hernán alcanzó a reconocer perfectamente el rostro de Alejando, por lo que al día siguiente lo atraparon en su hogar. Carlos, como buen amigo y hermano se quedó cuidando a la madre de Alejandro. La plata la tenían dividida entre los dos. La parte de Alejandro era para los medicamentos y la de Carlos para conseguir una ampliación del hogar. Se quedaron sin medicamentos, y la ampliación del hogar ya no tenía sentido, pues la madre de Alejandro moriría de todas formas…
LEAD:
Detienen a sujeto que agredió anciano y robó dinero de pensión asistencial
Detienen a sujeto que agredió anciano y robó dinero de pensión asistencial
El hombre está confeso de los hechos y se busca a un segundo implicado.
La Sección de Investigación Policial SIP de carabineros de la Segunda Comisaría de Chanco en la provincia de Cauquenes, Séptima Región logró detener tras exhaustivas diligencias a uno de los dos autores de las agresiones que sufrió Mario Hernán Y.V.de 67 años.
1 Comment:
La historia está bien hilada.
No quisiera saber qué pasaría si a todos se nos ocurriera esa clase de "geniales" ideas.
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