Por Javier Chamorro B.
Como era de costumbre, fui con mi compadre Nacho a “la piedra del indio” acá en Coyhaique. Lo único que cambiaría esta vez, es que no volvería de ese lugar.
Con el Nacho, escalamos la piedra hasta lo más alto. En la cumbre decidí que ya era la hora de ejecutar lo que había planeado. Luego de ver el paisaje un rato, salté hacía la punta que estaba más al borde de la piedra. Nacho no entendió el motivo de mi actuar y rápidamente me alertó a que tuviera cuidado. Le ignoré, puesto que ya estaba decidido.
No fueron los problemas de amor lo que me impulsaban a esto; a mis 26 años de edad no eran algo transversal. Lo que ocurría es que de tanto vivir, me aburrí de la monotonía de mi existencia. Quería algo nuevo, salir de esta cárcel de piel y huir a otro lugar. Si tenía suerte, allá sería feliz.
Sentía una fresca brisa en el rostro. Miré un rato el paisaje y podía observar al río invitándome a sumergirme en sus aguas de libertad. Pero ese bello instante de inspiración cambió cuando un ruido comenzó a interferir en mi huida.
Era un helicóptero. Los carabineros me gritaban por el megáfono que no hiciera algo estúpido. Al sentir la alerta, busqué con la mirada a Nacho, quien estaba con su celular en la mano. Supuse inmediatamente que él había llamado a la policía. Igualmente ni los gritos de mi amigo podrían cambiar mi elección. En ese momento, me dije a mí mismo: “Ahora es cuando”.
Con un breve impulso me dirigía hacia la libertad. En medio de los gritos, sentía el aire a gran velocidad chocando contra todo mi cuerpo y solo podía ver de forma distorsionada el suelo que se me acercaba. Cuando toqué la tierra sentí que no la atravesaría, por un segundo pensé que había fracasado. Pero no fui negativo, mi anhelo llegó pronto, solo una luz blanca me indicaba que ya estaba en casa.
Como era de costumbre, fui con mi compadre Nacho a “la piedra del indio” acá en Coyhaique. Lo único que cambiaría esta vez, es que no volvería de ese lugar.
Con el Nacho, escalamos la piedra hasta lo más alto. En la cumbre decidí que ya era la hora de ejecutar lo que había planeado. Luego de ver el paisaje un rato, salté hacía la punta que estaba más al borde de la piedra. Nacho no entendió el motivo de mi actuar y rápidamente me alertó a que tuviera cuidado. Le ignoré, puesto que ya estaba decidido.
No fueron los problemas de amor lo que me impulsaban a esto; a mis 26 años de edad no eran algo transversal. Lo que ocurría es que de tanto vivir, me aburrí de la monotonía de mi existencia. Quería algo nuevo, salir de esta cárcel de piel y huir a otro lugar. Si tenía suerte, allá sería feliz.
Sentía una fresca brisa en el rostro. Miré un rato el paisaje y podía observar al río invitándome a sumergirme en sus aguas de libertad. Pero ese bello instante de inspiración cambió cuando un ruido comenzó a interferir en mi huida.
Era un helicóptero. Los carabineros me gritaban por el megáfono que no hiciera algo estúpido. Al sentir la alerta, busqué con la mirada a Nacho, quien estaba con su celular en la mano. Supuse inmediatamente que él había llamado a la policía. Igualmente ni los gritos de mi amigo podrían cambiar mi elección. En ese momento, me dije a mí mismo: “Ahora es cuando”.
Con un breve impulso me dirigía hacia la libertad. En medio de los gritos, sentía el aire a gran velocidad chocando contra todo mi cuerpo y solo podía ver de forma distorsionada el suelo que se me acercaba. Cuando toqué la tierra sentí que no la atravesaría, por un segundo pensé que había fracasado. Pero no fui negativo, mi anhelo llegó pronto, solo una luz blanca me indicaba que ya estaba en casa.
LEAD:
52 metros de altura
Joven se suicida lanzándose desde "Piedra del Indio" en Coyhaique
COYHAIQUE, octubre 14.- Como Alex Fernando Chávez Barrientos de 26 años, fue identificado el joven quien falleció en forma instantánea, luego que decidiera quitarse la vida arrojándose desde la Piedra del Indio, precipitándose desde una altura de 52 metros.
0 Comments:
Post a Comment