Por Nicolás Loch Troncoso
Desde que era pequeño, Jörg sentía una extraña atracción hacia sus amiguitos. No entendía por qué le llamaban tanto la atención los “pirulines” (como les decía su madre) de sus compañeros de curso, pero obviamente tampoco se lo cuestionaba, ya que en ese entonces era aún un infante inocente.
Ya entrado en la pubertad, su afición hacia los hombres aumentaba y comenzó a darse cuenta que sus amigos no sentían lo mismo que él. Ellos se fijaban solamente en las niñitas, que a esa edad estaban más desarrolladas y comenzaban a ser su objeto de inspiración de interminables noches de insomnio y sábanas pegadas. Jörg no tenía problemas en confesar su interés por los hombres, pero sus amigos comenzaron a molestarlo, agredirlo y burlarse por ser distinto: “Esa weá es de maricones“, “es niñita” o el típico “el Jörg se lo come atravezao” al entrar a la sala, y en un claro alemán.
Desde ese momento se engendró un enorme odio dentro de Jörg Haider y se decidió a cambiar su orientación sexual y seguir lo que era lo normal para la sociedad en la que se encontraba inmerso.
En su juventud se interesó en la política y comenzó a leer y averiguar sobre el Nacional Socialismo y sobre Hitler, quien tras leer Mein Kampf se transformó en su “Dios”. Siempre con el odio interno y la sed de venganza contra sus ex-compañeros, se unió a un pequeño grupo de nazis de su ciudad, Klagenfurt, en su natal Austria. Junto a ellos conoció la xenofobia, racismo, sexismo, nacionalismo y homofobia, que se transformarían en sus principios elementales.
La vendetta se acercaba y la primera víctima sería Emiliano, su ex-compañero mexicano que viajó cuando pequeño a Austria en busca de una vida digna. Era su debut en las barridas y qué mejor que hacerlo con ese “tercer mundista, sucio e invasor”, y si a eso le agregamos que creía en la igualdad entre hombres y mujeres, y pensaba que los comunistas y los negros también eran seres humanos, se convertía en una “lacra que hay que eliminar”, según Haider.
La barrida fue un éxito. Le quedó gustando este “jueguito” y luego vinieron todos sus ex-compañeros y ex-amigos: Hamed, el musulmán pakistaní; el “rojo” que se unió al Partido Socialista; “Martina”, el que había sido su compañero de banco llamado Martín y que ahora es travesti; entre otros.
Luego de la barrida a “Martina”, Jörg Haider huía de la policía junto a sus amigos nazis, sin percatarse que una compañera de Martina que alcanzó a escapar -le decían la “cobra golosa”-, alcanzó a cortarle los frenos al auto gracias a un cuchillo que tenía en su cartera, para defensa personal. En plena persecución, Haider perdió el control del auto y se estrelló con una muralla de hormigón, lo que provocó el vuelo y el encuentro de Jörg con su ídolo Hitler, en el infierno.
Desde que era pequeño, Jörg sentía una extraña atracción hacia sus amiguitos. No entendía por qué le llamaban tanto la atención los “pirulines” (como les decía su madre) de sus compañeros de curso, pero obviamente tampoco se lo cuestionaba, ya que en ese entonces era aún un infante inocente.
Ya entrado en la pubertad, su afición hacia los hombres aumentaba y comenzó a darse cuenta que sus amigos no sentían lo mismo que él. Ellos se fijaban solamente en las niñitas, que a esa edad estaban más desarrolladas y comenzaban a ser su objeto de inspiración de interminables noches de insomnio y sábanas pegadas. Jörg no tenía problemas en confesar su interés por los hombres, pero sus amigos comenzaron a molestarlo, agredirlo y burlarse por ser distinto: “Esa weá es de maricones“, “es niñita” o el típico “el Jörg se lo come atravezao” al entrar a la sala, y en un claro alemán.
Desde ese momento se engendró un enorme odio dentro de Jörg Haider y se decidió a cambiar su orientación sexual y seguir lo que era lo normal para la sociedad en la que se encontraba inmerso.
En su juventud se interesó en la política y comenzó a leer y averiguar sobre el Nacional Socialismo y sobre Hitler, quien tras leer Mein Kampf se transformó en su “Dios”. Siempre con el odio interno y la sed de venganza contra sus ex-compañeros, se unió a un pequeño grupo de nazis de su ciudad, Klagenfurt, en su natal Austria. Junto a ellos conoció la xenofobia, racismo, sexismo, nacionalismo y homofobia, que se transformarían en sus principios elementales.
La vendetta se acercaba y la primera víctima sería Emiliano, su ex-compañero mexicano que viajó cuando pequeño a Austria en busca de una vida digna. Era su debut en las barridas y qué mejor que hacerlo con ese “tercer mundista, sucio e invasor”, y si a eso le agregamos que creía en la igualdad entre hombres y mujeres, y pensaba que los comunistas y los negros también eran seres humanos, se convertía en una “lacra que hay que eliminar”, según Haider.
La barrida fue un éxito. Le quedó gustando este “jueguito” y luego vinieron todos sus ex-compañeros y ex-amigos: Hamed, el musulmán pakistaní; el “rojo” que se unió al Partido Socialista; “Martina”, el que había sido su compañero de banco llamado Martín y que ahora es travesti; entre otros.
Luego de la barrida a “Martina”, Jörg Haider huía de la policía junto a sus amigos nazis, sin percatarse que una compañera de Martina que alcanzó a escapar -le decían la “cobra golosa”-, alcanzó a cortarle los frenos al auto gracias a un cuchillo que tenía en su cartera, para defensa personal. En plena persecución, Haider perdió el control del auto y se estrelló con una muralla de hormigón, lo que provocó el vuelo y el encuentro de Jörg con su ídolo Hitler, en el infierno.
LEAD:
Muere en accidente de tráfico Jörg Haider, líder de la extrema derecha austriaca
VIENA MADRID.- El líder del partido de ultraderecha Alianza para el Futuro de Austria (BZÖ), Jörg Haider, falleció en la madrugada de este sábado a causa de un accidente de tráfico.
4 Comments:
Dino me encantó tu cuento: perfectamente redactado. Cómo se nota que aprendiste harto con Muñoz! xDD Además el tema es muy interesante y profundo.
Congratuleichons.
que buena... no da ni pena
leer que ese wn se murió
Buena historia
Naty R.
WAajajajajaj me reí mucho con los adjetivos que usaste, de verdad muy bueno!!!
grande DINO!
cami Acevedo
También me gustó. Y es cierto, por la forma en que está narrado, uno casi se alegra de que el sujeto en cuestión parta a la tierra de los pastos más verdes.
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