miércoles, 19 de noviembre de 2008

LA ROCA


Por María José Gaona

A él nunca le importó mucho el que dirán. Trabaja más que la cresta y, por lo tanto, le encanta darse sus gustitos. Comida y carrete, la mejor mezcla para esos días. Así fue como el Doc. partió a festejar a la playa. En un camping hicieron el asadito. Carne había por montones, las ensaladas y OBVIO, el copete. Primero siempre es la chelita. Un buen vino con la carne durante la comida JAMAS falta.

Tipín 4 de la tarde ya se comió el postre, y ahora vienen los bajativos: su maní loco o las buenas aceitunas (de las negras). Es en esos momentos que al Doc. le bajan las insaciables ganas de abrir su memorable wiskacho. Gran error, después de ese primer vaso el mambo tiene dos opciones. La primera es el tuto seguro. En este caso la opción fue la número dos: carrete all night long.

Como era de esperarse, el Doc. estaba pasadito de copas y, aparte, la indigestión por toda esa comida empezó a pasarle la cuenta. El hombre no halló nada mejor que ir hacia la playa. Caminó casi hasta la orilla y se encontró con una enorme roca. Su potito daba hacia el otro lado de la roca, como si no se fueran a dar cuenta sus compañeros de farra cual era su intención. PSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS; ¡un peo increíble!¡De esos largos y estrepitosamente ruidosos! Ahora si que se sentía satisfecho, pero jamás se imaginó lo que iba a ocurrir. Al otro lado de la roca estaba una familia entera… comiendo. “¡Viejo asqueroso!” le gritaban, y al Doc. no le quedó más que salir corriendo, cagado de la risa y con una plancha terrible.

Lo peor de todo, no es primera vez que le pasa.

viernes, 14 de noviembre de 2008

COLOR DE ROSAS

Por Catalina Gaete Salgado

Ya son 18 años. Dieciocho de los cuales, por lo menos ocho, han sido confusiones, llantos, penas, angustias y gritos. Todo inmerso en un rostro abundante de sonrisas, un rostro que no demuestra penurias sino todo lo contrario, pero que, sin embargo, esconde rabias y tristezas. Ella es Gabriela, un ser que sonríe de ver la felicidad del resto, pero que nunca valoró la suya; la palabra autoestima no figuraba en su vida.

Pero algo pasó a los quince: lo conoció. Sí, esa etapa intensa, que generalmente está marcada por la rebeldía y por el mundo que comienza a conocer una jovencita tranquila e ingenua. Una etapa llena de emociones, en donde, si bien, las penas y rabias parecían ser más intensas, también lo eran las alegrías, las risas, los vasos desbordantes en alcohol y las siempre vacías cajetillas de cigarros.

Lo conoció. Se llamaba Antonio y era perfecto. La conquistó por medio de canciones setenteras, historias de guitarras y profundas conversaciones. Era lo que ella necesitaba: un apoyo, una compañía, un amigo… un amor.

La relación comenzó con los calores de enero. Nunca en su vida ella había vivido meses tan hermosos. Tan alegres… tan completos. El la escuchaba, la miraba a los ojos, la abrazaba y besaba, como siempre quiso. Sus problemas, penas y angustias parecían pequeños al lado de tal felicidad. Su amor hacia sí misma comenzó a aparecer entre tanta palabra bonita. ¿Quizás no soy tan fea?, ¿quizás no soy tan tonta?, pensaba Gabriela.

El le prometía ser siempre incondicional, y lo mejor era que lo cumplía. En los malos momentos nunca faltó la palabra precisa y la mirada directa; la canción necesaria e incluso historias llenas de Toñitos que la cuidaban. El conocía sus problemas y sus penas; se esforzaba día a día por que éstas se fueran.

Pues sí, él era todo, todo lo que ella quería.

Pasaron los meses y la relación continuó con ese amor maravilloso, que sólo se ve en las películas y que sólo se concibe a través de un excelente guión. Pero ya cumpliendo su segundo aniversario, el cuento de amor comenzaba a perderse entre las peleas, las confusiones, las malas caras y las inquietudes.

Pues claro, la llegada de este hombre significó en la vida de Gabriela felicidad inmediata e intensa, pero nunca una solución a sus debilidades y su falta de fortaleza.

Ya son 18 años, y esas angustias devastadoras regresan a su vida; vuelven a atormentarla y debilitarla, la encierran en cuestionamientos y tormentos, alejándola del amor de su vida, quien ya comienza a hacer su propia vida. Cada día es peor que el anterior, y ella se encuentra sola, luchando contra un enemigo sigiloso, invisible e invencible.

Sí, es ahora el momento, piensa; es ahora cuando más necesita de ese amor. De ese hombre que la acompaña, escucha, seca sus lágrimas y le habla; ese hombre que logra hacerle olvidar y le recuerda, a la vez, que la vida sí es hermosa, y que a su lado, todo estará bien: estará segura y a salvo. Pues, “es evidente -pensó Gabriela- que aunque no hablemos y no nos veamos, y a pesar de que cuando nos juntamos sólo discutamos, él siempre estará cuando yo lo necesite. Él me lo dijo, él me lo aseguró”.

Va a buscarlo con apuro. Intenta por todos los medios posibles, pero Antonio no aparece. Al teléfono no contesta y en su casa no abren la puerta. Ingresa a Internet, buscando dejar ese mensaje que lo traería de vuelta.

Entra al sitio en donde podrá contactarse con él. Comienza a escribir con desesperación… pero algo llama repentinamente su atención. Otra persona, otra mujer, hacía lo mismo que ella. Pues ya estaba, en el sitio del hombre que tanto busca, un mensaje de una “antigua amiga” que intentaba, con tiernas palabras y sobrenombres, un pronto encuentro.

Pero el problema no es lo que esta “antigua amiga” hace, sino lo que Antonio responde. Pues de manera inmediata, según el registro cronológico del sitio virtual, él contesta el mensaje. Responde con las mismas palabras de amor que utilizó cuando conoció y conquistó a Gabriela. Con esas palabras que lograron encantar a una triste mujer, y que ahora intentan conquistar a una recién llegada.

Gabriela lee con asombro y recuerda todas esas promesas de apoyo y de amor incondicional. Antonio ya no estaba, pero era este el preciso momento en el que lo necesitaba.

No volvieron a hablar y las angustias de Gabriela crecieron más y más, encerrándola en su mente, en sus preguntas y en su habitación. Mientras, Antonio camina, con las manos tomadas y los dedos entrelazados, con otra mujer; una “antigua amiga”, a la que seguramente amará, para luego volver a dejar.

TE PILLÉ PAVIANDO Y TE MANDÉ CAGANDO 2.0


Por César Morales


Quiero contar una historia... El otro día compré un "sopapo". ¿Sopapo? Sí, un SOPAPO. No se sonroje; son esos artefactos de tecnología prácticamente arcaica, que sirven para destapar el water, compuestos de un pequeño manguito de madera y una goma en forma de sombrerito. En otro capítulo que aún no invento le enseñaré como se usa, en 10 pasos simples de comprender y aplicar.


¿Se ha dado cuenta ud. de lo gracioso que es comprar uno de estos plomeros improvisados?

Primero diré que mi única motivación para ir al Lider esa tarde, era encontrar un destapador de tronos. Claro, es evidente: había tapado el water. ¡¿Y qué?!, ¿a quién no se le ha tapado? Bueno, ahora digamos que es bastante gracioso ver a un tipo parado en la fila de la caja “Express” con una sola cosa entre las manos: un sopapo. Me sentía observado. La gente como que te mira y dice en su mente: "oh, el weón cagón, tapó el water", o el típico tío que lo mira a uno, así con cara de "tranqui hijo, a todos nos ha pasado", onda como solidarizando. Lo peor es que te baja el level más que la cresta.


Todos los días comprai pan y no veís ni media mina rica, pero el día que comprai un sopapo salen las mejores a tu encuentro y se ríen de tu patética e incomoda condición de cagador de submarinos nucleares, que tapan ese delgadito conducto que se lleva la caca. Mientras esperaba haciéndome el weón me decía a mi mismo ¿por qué no hacen water con los caños más grandes? A esas alturas ya era puro filosofar acerca de la mierda atascada ahí, que no quiso transitar hacia su libertad, al mar, o donde sea que vaya a parar la caca cuando sale del baño en que la cagamos.


Toda esta historia ¿por qué?, porque nunca en la vida había comprado un "sopapo" y la cagó, es una muestra más de que los chilenos somos en esencia sapos, peladores y voyeristas. Eso es bueno para nosotros: "¡Somos copuchentos y nos da lo mismo... Escuela de periodismo!".

Consejo útil: si compran un sopapo, lleven algo más, porque como diría Muñoz, si llevas sólo el sopapo, serás un cretino.

martes, 11 de noviembre de 2008

PERDON, PERO... ¿POR QUÉ?

Por Natalia Rodríguez Cartes

Claro, como si uno fuera tonta y no pensara por sí misma.

Pidiéndome perdón el perla. Figuraba como un borracho ante cualquiera. Él no sabía, claro, primera cosa: que yo también estaba borracha. Segunda cosa: que con una amiga nos comíamos la olla de caracoquesos, muertas de la risa.

¡¡Perdón, me decía perdón!!

Como si me lo pidiera de verdad…

¿Cuántas veces habrá pedido disculpas en su vida?

Las mismas que yo, seguramente. Una, cuando le perdí el collar de matrimonio a mi mamá jugando al ladrón y le dije que la Nana se lo había robado. La otra, cuando desapareció el único cuadro pintando por el tatarabuelo Tana, ése al que le cayó témpera justo antes de ponernos a jugar al artista vanguardista con mi primo chico.

Si ellos creen que les creemos su “perdón”, es porque creen que nuestro “te perdono, gordito” es tan cierto como su arrepentimiento.

Hay que ser bien cara de raja para pedir disculpas por algo, si no entienden ni por qué la cagaron.

ASÍ CUALQUIERA PASA EL RAMO


Por Natalia Rodríguez Cartes


Estaba ahí, con la misma cara de aburrida que llevaba siempre. Tenía que cumplir con el horario, con la asistencia y con la materia en el cuaderno.


El primer día sólo lo miró. Le gustaba esa clase, pero nunca tanto como para levantar la mano en todas las ayudantías haciendo preguntas sobre los textos, que nadie más que ella leía.


Era linda, era realmente llamativa a la vista de cualquier hombre. Pero, más allá de la envidia, honestamente no tenía nada más de especial que ser rubia dentro de una universidad que se jacta de ser totalmente “pluralista”.


Él era un tipo normal, incluso medio feo. Era moreno, pelo de puercoespín, boca gruesa, voz normal, pero claro, y los ojos de color extraordinario: medio verdes, medio azules. Llamaba la atención de alguna forma. Sobre todo porque no se veía como un tipo canchero para nada, de hecho, sus jeans y camisa de ñoño cualquiera hacían que algunos riéramos de él en cada ayudantía.


Pasaron clases antes de que todos empezáramos a notar que ella lo miraba con ojos cómplices; antes de que a una amiga se le saliera aquel secreto: Se habían tomado un café juntos, fuera de la universidad, y no precisamente para hablar del trabajo.


Ahora entiendo porque a ella nunca le fue mal.

1 DE ENERO

Por Natalia Rodríguez Cartes


(Ring - Ring)
- ¿Aló?
- Hola Cami, ¿cómo estás?
- ¡Lore! ¡Feliz Año! ¿Bien y tú?
- Igual para ti. Estoy bien, con un poco de caña eso si. ¿Estás ocupada?
- No, para nada, estoy con mi pololo escuchando música.
- Ah, dale. Mándale saludos...
(...)
- ¿Lore?
- Sí, aquí estoy.
- ¿Para qué me llamaste?
- Es que tengo que contarte algo...
- ¡Dime entonces, po!
- Es que... yo creo que te puedes enojar. Mira, te llamé antes de que todas las demás te cuenten. Te juro que no pensé lo tonto que era lo que iba a hacer, no me di cuenta no más... además, era año nuevo y pucha... tú sabes que a veces se nos pasa la mano con el copete y, mira, fue pura coincidencia...
- Pero dime, me estás asustando.
- Es que... ya, filo te digo. Me agarré al Pipe.
- ...
- Pero fue súper poco, o sea un par de besos y ya... Es que me escapé, lo dejé bailando solo...
- ¿Cómo?
- Es que sí. Me di cuenta que nada que ver yo con Pipe, entonces le dije que no, que la Cami y todo eso, pero él me dijo que tú ya estabas pololeando y bla bla bla... Bueno, como no entendía le dije que iba al baño y me perdí entre la masa de gente. No volví.
- ¿Qué?
- ¿Estás enojada?
- ¡Jajajajaja! ¡No! O sea, es raro. Es raro saber que te comiste al mino que yo toda la vida me quise pololear y no resultó, pero enojada, no. O sea, no sé.
- En todo caso lo hubieras visto como me buscó en el baño, estábamos todas muertas de la risa.
- Para, ¿quién mas estaba?
- Todas. Es que no fue mi culpa, me dejaron bailando con él y me piqué, y tú sabes como me pongo...
- Sí, hueona...
- Ya, pero es que la Cote me decía: “apuesto que no te lo comí”, y yo... le dije ya po’ te apuesto...
- ¡Jajajaja! ¿Y qué onda?
- Emmmmm...
- Dime, ¿cómo lo encontraste?
- Cami... a ver. Es que yo encontré que daba los besos súper malos, la verdad es que no sé como cresta podías soportarlo, es terrible, y...
- ¡Jaja! ¿Tú crees?
- Sí, o sea, en gustos no hay nada escrito... sin ofender, obvio.
- Sí, no te preocupes. Historia vieja en todo caso.
- No tan vieja, un poco antes que tu pololo no más... ¿o no? Por eso yo estaba tan preocupada y...
- Bueno sí, pero estoy en otra...
- Ya bueno, tenía que decírtelo yo, no podía ser que te enteraras por otras personas, o sea nada que ver, si somos amigas y en verdad perdón. Sí, la cagué un poco...
- No relájate, es raro, sumamente raro, pero no estoy enojada contigo.
- Bueno, te dejo. Un beso nos vemos en la semana.
- Sí. Cuídate. Adiós.
(Tuu tuu tuu...)

(Pensamiento entre risas) Se come a mi casi ex, me dice que fue de curada, le habló de mí como si yo aún estuviera interesada en él, me dice que se escapó igual que si fuera una cabra chica y además tiene el descaro de decirme que da malos besos, sabiendo que estuve con él un montón de tiempo... la cagó.

No la odio, pero mi amiga la cagó para ser cara de raja.

viernes, 31 de octubre de 2008

ENTRE NEGRO Y GRIS OSCURO

Por Joaquín Rebolledo

Una foto es solo eso, un momento de la vida capturado en un papel, un nanosegundo encarcelado en una hoja en blanco.

Y este era uno de esos momentos que valen la pena recordar: los principales candidatos a la presidencia de Estados Unidos, dos estereotipos en el país de los estereotipos; uno, un joven idealista que ha sido educado en las mejores universidades del país, que ha confesado que ha probado la marihuana, que tiene un desplante escénico que lo hace comparable a un pastor evangélico, a un profeta cargado con la esperanza de un cambio, un rockstar que tiene a todo hollywood cantando “Yes we can”, un Jesucristo Superstar, ¡y además es negro! Como para al fin demostrarle a todo el mundo que eso de la discriminación racial es solo un mito. El otro, un típico héroe de acción americano, Top Gun, un Rambo, un Schwarzenegger (si, lo tuve que buscar en Google) un milico que fue capturado y torturado durante la guerra de Vietnam, y que todavía cree que los comunistas se comen las guaguas.

Dos estereotipos muy políticamente correctos como para decir lo que piensan, mucho flash y poco barro, mucha sonrisa y poca palabra dura, con candidatos que -como dirían Los Prisioneros- nunca quedan mal con nadie... bueno, con excepción de Chávez.


Por eso dan ganas de que este momento de la vida capturado en papel, no fuera solo eso, no fuera solo un acierto fotográfico, sino una constante. ¿A quien no le gustaría escuchar a un par de políticos que hablaran con la verdad? Qué celebraran cuando en medio de un debate responden una pregunta insidiosa de parte del periodista de turno, que cuando al no encontrar una respuesta convincente, respondieran -dejando atrás cualquier sentido del decoro y con total honestidad- un “me cagaste hueón”.


Todos sabemos que se tienen mala, que si dependiera de McCain esto se arreglaría a la antigua, diría que en sus tiempos estas cosas no pasaban, que la sociedad se ha corrompido, que la moral, que Dios, que América y todas esas estupideces. En esencia John McCain es el papá malo y severo, y Obama el joven idealista que quería ser actor en la sociedad de los poetas muertos. Todos lo sabemos, tan solo nos gustaría verlo en cámara para poder ver el verdadero rostro de las personas por las que estamos votando.

LA PRIMERA VEZ PARA MI, PURO JUGO


Por César Antonio

Yo hace rato venía comprando profilácticos para regalárselos a mis amigos cuando cumplían la mayoría de edad. Era una forma absurda y ociosa de decirles "buena campeón, ya eres todo un hombre", una pendejada que en muchos cumpleaños valió más de una risa, y por supuesto, el clásico condón volando por los cielos, mientras todos bailaban animadamente al ritmo del Axé y lo golpeaban cuando venía cerca.

Así, muchas veces fui a la farmacia en un ritual trillado que no tenía mayor relevancia, era un simple "quiero una caja de condones", pagaba y me iba.

Pero muchas veces escuché que las experiencias ajenas no le sirven a nadie, hecho que comprobé cuando por primera vez quería comprar preservativos para mí… Fue todo un proceso. Estaba en la U ya, era viejote, pero igual me daba una lata pendeja terrible. Lo primero fue pensar en que lugar comprar, tenía que ser una farmacia "piola". Como que me entró todo lo conservador, que quizás heredé de mi colegio católico y ultra anti relaciones sexuales pre maritales. Veía a la monjita del establecimiento diciendo "es pecado, es pecado de la carne". Me imaginaba mil weás, a mi vieja apareciendo derepente (y eso que ella estaba en Calama y yo en Valpo). Con todo cuando tuve decidido el lugar me dirigí raudo a hacer "la compra".

Entré a una farmacia como todas. Miré el mesón desde lejos un buen rato, ahí comenzó mi actuación más ridícula en un local de esas características. La primera pregunta, un real desastre fue: "¿tiene condones?". Bueno, como todos sabemos, en las farmacias siempre hay condones. La dependiente, una señora gordita y simpaticona me respondió lo evidente con un seco "si". Pero fuera de tomar un rumbo más digno, mi segunda pregunta fue aún más necia: "¿de cuáles tiene?" (a esas alturas solo me faltaba preguntar "¿cómo se usan?" o ¿cómo se ponen?"). Algo estresada la misia de blanco delantal respondió "¿de cuáles quiere?" y agregó al final un "pues" eso ya denotaba algo de enojo. A esas alturas ya no sentía nervios, era pura estupidez declarada. A mi no afortunada conversación agregué algo que no fue menos idiota que las dos intervenciones anteriores, pero que a lo menos sacó una sonrisita a mi interlocutora: "quiero unos wenos, no importa si son caros, lo importante es que no se rajen". Ella rió antes de responder, "sí, tengo unos 'wenos wenos', son alemanes". Me dio ocho mil características de los mismos, las weás no se rajaban ni con 20 litros de agua según un experimento y bla bla bla. Yo sin cachar ni bola, los compré igual. Y pagué los condones más caros de mi vida.

Siempre que me acuerdo me río. Fui tan pollo y al fin y al cabo daba lo mismo porque mi polola vivía a 1500 km. de mí, no la vería sino hasta como dos meses después. Por cierto la cajita preciada me acompañó cuando la fui a ver, pero lo peor es que eran tan buenos, que tenían el espesor de la goma de un guante de hule. El punto es que no se rajaban ni con tip top, pero eran más fomes que taller de reporteo.

Y sí, no me quedó otra que pensar: "¿tanto webeo pa' esto?", dígalo Ud.: "¡POLLO!" Pero que no digan que no me cuido…

sábado, 25 de octubre de 2008

DINERO SUCIO


Por Javier Chamorro


Recuerdo esos días de octavo básico en el colegio. La mala suerte de ser colegio de hombres producía en nuestra comunidad la escasez de relaciones con las féminas. De ese modo, un compañerito, de cuyo nombre no quiero acordarme, tuvo la brillante idea de visualizar un negocio que le traería muchos ingresos y de pasada le ayudaría a sus semejantes a estudiar “anatomía femenina”.

Así, este joven emprendedor se consiguió, con algunos contactos truchos, revistas con un alto contenido visual, que transgredían las buenas costumbres y en el caso de nuestra institución educacional, la moral que la iglesia nos imponía. Pero, ante todo lo malo que conllevaba hacer uso de esas revistas de grueso calibre, para los del curso era un juego de niños (o play boy en ingles).

De este modo, el negocio de mi compañero de curso obtuvo grandes ganancias de los que acudían a él por un remedio a su acumulación de stress (el que expulsaban enérgicamente en sus piezas o en el baño). Pero los grandes ingresos de dinero, que para algunos serían sucios, no durarían mucho tiempo.

Un día otro compañero, a falta de dinero, agarró una de las maliciosas revistas y huyó por la sala. Mi compañero emprendedor, viendo una que una de sus mercancías no era retribuida de forma justa, salió en defensa de su propiedad usurpada y le persiguió. Durante la persecución a gran velocidad, el ladronzuelo movió la mesa donde estaba la mochila con toda la mercancía. Acto seguido, el material se desparramó por el suelo; el problema es que justo en ese instante se abalanzaba una sombra maligna.

Los dos rufianes intentaron camuflar la escena, pero ya era tarde. El inspector de turno había arribado con la clara intención de eliminar alumnos traviesos. Al percatarse de la existencia de las revistas llamativas, procedió a requisarlas. En ese momento mi comerciante compañero salió a excusarse: “No, esas revistas no son mías, son de un amigo que me las pasó”. Mientras el curso entero observaba la escena, esperando que se lo llevaran, el inspector dio la última palabra: “Bien, ante lo que ocurrió acá lo voy a dejar pasar, pero las revistas las confisco”.

Así, el inspector salió con una sonrisa de oreja a oreja con el lote de revistas bajo el brazo, mientras nosotros, rápidamente, nos reímos del comerciante que le habían incautado su mercancía. Después de las risas, nos pusimos a filosofar sobre qué estaría haciendo el inspector en su oficina. Quizás fue a botar stress, ¿Quién sabe?, pero eso no quita que sea un careraja.

jueves, 23 de octubre de 2008

Bienvenidos de nuevo, Carerajas!

Ahora sí que sí, partimos con la publicación de sus carerajazos, ceñidos a la línea editorial, que pueden enviar a enterocareraja@gmail.com
Recuerden que este blog es propiedad de todos.

jueves, 16 de octubre de 2008

DEL PARAÍSO AL INFIERNO HAY UN SOLO PASO


Por Lee-Anne Stone


Era una tarde de verano de esas que calcinan hasta los huesos. José Gómez Echeverría, un esforzado trabajador penquista, criado en el seno de una familia humilde y sencilla, gozaba de su viaje de negocios a Santiago luego de recibir la mejor noticia de todas, un par de semanas atrás.

La televisión encendida como de costumbre en la casa de José. Las noticias de muertes, secuestros, incendios y deportes llenaban el espacio del living. Luego de un arduo día de trabajo, José llegaba como de costumbre a revisar su número de lotería mientras se comía un sándwich o algo por el estilo. Agarra un lápiz y el conteo comienza. Los números se repetían. Uno, otro, otro. El sudor de ansiedad comenzó a bajar por su frente. Un grito de euforia y felicidad atraen la atención de Sofía, su esposa, que corre de inmediato donde su marido a ver qué ocurría. La mejor noche de todas… ¡se habían ganado la lotería!


Con el pasar de los días y con todo ese dinero en el bolsillo, José no encontró nada mejor que comenzar con la compra de propiedades y empresas que podrían darle rentabilidad con el paso de los años.

Una mañana cualquiera, sin previo aviso, arregla un pequeño bolso, hace reservaciones en el mejor hotel y parte a Santiago para hacer un par de trámites. Solo tomaría unos días.

Luego de ir a notaría y al banco un par de veces, almuerza en el mejor de los restaurantes de la ciudad, para luego pasear un poco por el centro de Santiago y terminar una noche en el hipódromo, con bastante que apostar. El dinero era lo que menos importaba en ese minuto.

Con el insistente sol sobre su cabeza, José se dirige de vuelta al hotel para arreglarse un poco y luego dirigirse a los caballos. Toma una ducha de esas eternas, y se hecha su mejor perfume. Abre la puerta de su habitación y ahí comenzó el infierno.

Sin explicación alguna, 5 hombres lo rodean y lo obligan a salir por la escalera de emergencia del hotel. Le dan un par de golpes y le dicen que saben perfectamente la cantidad de dinero que posee y que reclamarán una importante suma de dinero a su familia por el rescate. El secuestro de José Gómez Echeverría había comenzado.

LEAD:

Empresario de Concepción sufre secuestro express en Santiago

Los delincuentes exigieron al ejecutivo, oriundo de la Región del Bío Bío, el pago de $ 30 millones para ser liberado.
SANTIAGO.- Un empresario inmobiliario, proveniente desde Concepción, fue víctima hoy de un secuestro express cuando se encontraba en un hotel de la comuna de Santiago.

SANGRE SE PAGA CON SANGRE


Por Juan Pablo Cáceres C.

La vida es dura, ni que se lo digan a Meriem y Divina; y mientras un par de manos revuelven un austero plato de arroz intentando callar a ese estomago travieso, un amarillento pico hurguetea la tierra y devora una raíz.

Meriem ya no cree en el amor, y luego de dos secuestros y una sangrienta orfandad, tampoco en la vida. Divina lo suyo: cuatro veces han intentado robarla y meterla a una olla hirviente; benditos los gritos agudos de su compañera. Y ni le pregunten qué es la vida. Si hasta pareciera que Angola no es un buen lugar para nacer.

A cualquiera le llamaría la atención la postal: una niña flacuchenta y un pato polvoriento, una carpa morada con varios rasguños y el sol pegando fuerte en el cielo. Meriem es la niña, no lo había dicho, Divina el pato.

De vez en cuando llegan niños de ojos claros y mirada esperanzadora. Con ropas blancas, gustan de conversar airadamente sobre el sufrimiento y las injusticias. Se les enreda la lengua y beben mucha agua, que a veces convidan a cambio de una sonrisa. Meriem aceptaba gustosa, qué tan valiosas pueden ser.

Uno de ellos llamó especialmente la atención de nuestro par de amigas, y no tan sólo por su pelo anaranjado: hablaba sobre comida rápida y dinero, sobre ayuda y esperanza, sobre carne y alegría, mientras sostenía un limpio periódico. Meriem, con su ingles de doce años, no entendía como la palabra carne y alegría pudieran ir en la misma oración, miraba a Divina y le tendía el brazo, evocando fugazmente las tantas ocasiones en que han querido separarlas y “llevar al pato a descansar”.

Al final, y luego de varios tirones a distintos delantales blancos, entendió que darían dinero por la comida vendida en el mundo. Nada más ajeno que el mundo. En realidad todo les era ajeno en ese explotado rincón; la carne, los sueños, el tiempo, cuan efímero, sobre todo para Divina.

Cuando el cielo comenzaba a ensombrecerse también empezaba la orquesta de estallidos y era hora de dormir. Meriem comió feliz su segundo plato del día y Divina se regocijaba con una manzana opacada. Recordó la noticia dada por el de pelo gracioso y abrochó la puerta de la tienda que los cobijaba. Dispuso un cojín para su compañera y cerró los ojos.

“Ojalá le llegue algo de ese dinero a Divina” - pensaba entre sueños Meriem. Divina, condenada y enmudecida, nada más miraba el techo.


LEAD:

Pizza Hut y KFC recaudarán fondos contra la pobreza en el mundo

La cadena Yum Brands, propietaria de ambas marcas, anunció la iniciativa en México.
Dineros serán destinados a las 90 millones de personas más pobres del orbe.
La cadena de restaurantes estadounidense Yum Brands, propietaria de Pizza Hut y Kentucky Fried Chicken (KFC), recaudará fondos para ayudar a los 90 millones de personas más pobres del planeta atendidas por el Programa Mundial de Alimentos de FAO, informaron en México sus representantes.

miércoles, 15 de octubre de 2008

EL NIÑO QUE SOÑÓ SER PRESIDENTE



Por Agustín Morales P.

El título no es más que la constatación de las ensoñaciones que rondaban la cabeza de un pequeño chico moreno, Barack Obama, con ascendencia keniana, que cursó sus estudios en el país de las grandes oportunidades, donde el sueño americano es buscado por todos y donde están registrados los atropellos mas grandes a la gente de color. Bueno, una excepción podría ser el caso de Sudáfrica y el apartheid, pero no vienen realmente al caso. Es así como este joven atleta universitario empezó a acunar su deseo de ser político, un sueño más bien complejo, dadas las condiciones de ciudadano afroamericano que tenía. Pero él no claudicó en su intento en ser político. Se enroló en las filas del Partido Demócrata, uno de los más importantes del país.

Es dentro de su partido que empieza a cobrar notoriedad, no sólo por su raíces, sino por su gran capacidad de habla, capacidad que ha utilizado en amplios ámbitos de su vida, y que le ha ayudado a conquistar a su esposa Michelle, su compañera, siempre fiel a su lado, la que le da las fuerzas para lograr todos los objetivos que se traza.
Es así como luego de varios años dentro de las bases de su partido, finalmente fue considerado como una carta política importante y es apoyado para ser senador por su natal Illinois. Es así, también, como gana el cupo senatorial y empieza a marcar tendencias dentro de su estado; todos lo quieren y lo apoyan por sus buenas ideas y por el reflotar a la clase media, esa clase media que es olvidada por los gobiernos de todo el mundo, que controlados por la oligarquía, se olvidan de los bandos medios, esos que son mayoría y los que le dan trabajo a fin de cuentas.

Por este medio, es que Barack comienza a darse cuenta que su sueño podría realizarse y también, gracias al apoyo de sus colaboradores, es puesto en campaña por la máxima magistratura de EE.UU. No será nada de fácil, ya que su partido tenía pensado a otro candidato, mejor dicho candidata, la ex primera dama y senadora por Nueva York Hillary R. Clinton, la cual quería seguir la senda de su esposo, el ex presidente Bill. Con este panorama se empieza a gestar una batalla campal por la nominación exclusiva del partido.

La batalla es muy agotadora para ambos candidatos, pero el moreno es el vencedor y logra la nominación única y el apoyo irrestricto de su rival político. Ahora la batalla es contra los enemigos del partido conservador, ese que tiene como estandarte al peor presidente de toda la historia del país. Su contrincante es un viejito, ex combatiente y prisionero de guerra en Vietnam, que no es un competidor apto para este señor, que se ha ganado la admiración de mas de la mitad del país y en las ultimas encuestas lo dan como ganador por mas de 5 puntos porcentuales, lo que seria para la historia de EE.UU. una gran hazaña y un triunfo personal para este afroamericano que podría llevar a cabo su gran sueño americano.

LEAD:

El demócrata Barack Obama alcanzó una ventaja de cinco puntos sobre su rival republicano, John McCain, en la carrera a la Casa Blanca y amplió su respaldo entre los votantes femeninos, según un sondeo Reuters/C-SPAN/Zogby publicado el viernes.

SIN MAS SALIDA


Por José Bustamante C.


Diego se sentó sobre unos cartones apiñados en un rincón del cobertizo y cerró los ojos. Los abrió un segundo y observó, sobre su cabeza, la soga atada a una de las vigas expuestas de aquella edificación que albergaba el auto de su padre. En el extremo que colgaba de la cuerda, se formaba una suerte de aro confeccionado mediante un nudo simple. En el campamento de scouts le habían enseñado a hacer por lo menos 20 nudos distintos. A este le llamaban el “nudo corredizo” y era, probablemente, el más fácil de manejar.

Nuevamente cerró los ojos, esta vez con mucha más fuerza. Era la última oportunidad que se daba a sí mismo para buscarle un sentido a la vida. Una razón suficiente para aferrarse a ella.

En su cabeza comenzaron a transitar rostros de personas que podrían lamentarlo. ¿Su madre? No, imposible. Se encontraba, al parecer, en un momento muy exitoso de su vida. Hace dos días la había oído en su habitación, conversando con aquel hombre que la visitaba cada mañana y, si mal no sabía, sería, en poco tiempo más, ascendida de cargo en la empresa. Probablemente pasarían semanas antes de que ella note su ausencia.

Cansado, apoyó la sien en su mano derecha y un dolor punzante le cubrió la frente. Apartó su mano bruscamente. A continuación la acercó con mucho cuidado y empezó a palpar su piel. Claro, había olvidado el tajo que atravesaba el costado derecho de su frente, como una línea oblicua. De hecho, ya casi no recordaba que, el día anterior, en la escuela, por lo menos 15 sacapuntas se habían estrellado contra su cabeza como parte de la diversión de los 20 minutos de recreo de sus compañeros.

Casi no recordaba que luego lo habían amarrado de pies y brazos y le habían rayado todo el rostro. Había olvidado, incluso, que posterior a eso se había puesto a llorar. Allí, frente a toda la clase. Había llorado, pero no de pena, ni de rabia. Había sido un llanto de desesperación. El llanto que gritaba “¡no quiero más!” con cada lágrima. En definitiva, el llanto que había ahogado durante dos años desde el día en que llegó a ese colegio; el lugar donde se había acostumbrado a convivir con su pequeño infierno.

Imposible. No había forma de que su madre llegue a preguntarse por él. Si era ciega a todas las heridas con las que llegaba de la escuela, difícilmente se iría a dar la molestia de buscarlo si él no se cruzaba frente a sus ojos. Además, aquel garaje era el lugar perfecto para abandonar su miserable vida: un lugar frío y oscuro al que no habían demasiadas razones para acercarse. Cuando el olor a descomposición haya impregnado cada rincón del patio, tal vez recién en ese momento, saldrían a buscarlo.

De pronto asimiló aquella imagen en la que pensaba: él, colgando, con el rostro morado y con moscas merodeándolo, y sintió un intenso escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. ¿Estaba seguro de lo que haría? ¿De verdad no había más salidas?

¡No! Ya no era tiempo de remordimientos. ¿Qué pensaría la Pame si lo viese titubear de esa manera? Su prima favorita había tomado la misma decisión hace dos años y, ahora, debía estar esperándolo en algún lugar. Si ella, con trece años, había tenido la valentía de hacerlo ¿qué le impediría a él, joven quinceañero, llevar a cabo su cometido?

Observó nuevamente la soga que se balanceaba desde la viga y, súbitamente, se puso de pie. En vano, trató de poner la mente en blanco, de modo que, para facilitar las cosas, optó por llenar sus pensamientos con las sonrisas de sus compañeros. Recordó cada carcajada de aquellos personajes crueles que disfrutaban con los pelotazos en su rostro, las múltiples patadas en su trasero y canillas y todas aquellas inagotables formas de humillarlo.

Pensando en cada infernal jornada escolar durante los últimos años, se encaramó al capó del Peugeot de su padre. Desplazándose casi de manera inconsciente, ascendió al techo del vehículo. Con un rastrillo, apoyado en la pared más cercana, alcanzó el cabo de la cuerda que oscilaba unos tres metros más allá, expandió la abertura del “nudo corredizo”, pasó su cabeza por él y lo cerró fuertemente contra el perímetro de su cuello. Luego, dio un paso al vacío.
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Bullying
Un niño intentó suicidarse agobiado por el matonaje

Un estudiante de 15 años, identificado como Diego G.P., intentó quitarse la vida, ahorcándose en el patio de su vivienda, porque sus compañeros de curso lo molestaban y lo amenazaban.
El menor, oriundo de Iquique, es además primo de Pamela Pizarro, la niña de 13 años que hace dos años se quitó la vida al no aguantar las burlas de sus compañeros y se convirtió en el primer caso de ese tipo en el país.

UNA BROMA QUE ESTALLÓ


Por Alicia Peralta.

Eran las 13:30 en el liceo Benjamín Vicuña Mackenna. Tres alumnas disfrutaban de su recreo de almuerzo, mientras pensaban qué hacer durante la tarde. Eran las mejores amigas; Carla, Michelle y Belén.

La líder, Carla, había estado de cumpleaños el día anterior, y no pudieron celebrarlo. Ese día era perfecto: los padres de Belén estaban de viaje y tenían la casa para ellas solas. Suficiente dinero para alcohol, varias cajetillas de cigarros y uno que otro invitado masculino, serían los ingredientes exactos para un cumpleaños inolvidable. Sin embargo, salían a las 7:30 de clases, lo que les daba poco tiempo para organizar y llevar a cabo su tarde de diversión.

-Ya, a ver. Michelle, tú que erí la única que tiene dieciocho, te vas al tiro al Líder a comprar copete. Ahí ves que compras, me da lo mismo.
- Bueno, pero a tu casa me voy en taxi, que no pienso andar con tanta bolsa en la calle.
- Déjate de alegar, ¿querí? Carla, tu llamai a los minos, que yo tengo cero peso en el celular.
- Ah, ¿saben qué? Yo me quiero ir ahora. Estoy chata. ¿Y si nos arrancamos?
- ¿De nuevo? Ya nos pillaron una vez. ¿Quieres que te suspendan de nuevo?
- No, no. Tengo un plan. Inventemos una chiva `pa que desalojen el liceo. Pásame el celular no más.

Entre risas, marcaron el 133. Michelle, que era la mejor mintiendo, tomó el teléfono y, con voz agitada, dijo que había una bomba en el lugar:

-¡Si! Es una maleta negra que encontramos en el baño del primer piso, y suena tic-toc-tic-toc.
-Disculpe, ¿cuál es su nombre?

Michelle miró a sus amigas y, susurrando, pregunto:

-¿Cómo se llama la maraca que te quitó el mino?
-Marina Cáceres.
Y al teléfono, respondió:
-Marina Cáceres.
-Ya mandamos una orden de desalojo al lugar. Un equipo del Gope va en camino.

Una hora después, estaban en casa de Belén, celebrando. Sin embargo, una llamada telefónica terminó su diversión.


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Inventaron boma
Juez retó a tres escolares bromistas

La sacaron barata. Tres amigas y compañeras de cuarto año de Enseñanza Media del lice Benjamin Vicuña Mackenna de La Florida, deberán cumplir treinta horas de trabajo comunitario cada una, por dárselas de chistositas y llamar al 133 de Carabineros inventando que había una bomba en el colegio.

EL ÚLTIMO PARADERO


Por Valentina Godoy


Eran cerca de las tres de la mañana y Ángel comenzó a sentirse mal. Si bien no sabía de donde provenía el dolor, supuso que sólo eran efectos del cansancio y lo dejó pasar. Ser taxista en Santiago no es muy fácil que digamos.

Se sentía tan mal, que decidió descansar un rato. Pensó en un lugar resguardado y se encontró con el lugar más seguro que podía encontrar cerca de su recorrido, el centro de eventos Casa Piedra. Aún así, Ángel no sabría que su “búsqueda de seguridad” sería completamente en vano.

Miró para todas partes, procurando que no existiese ningún personaje extraño a quien tenerle miedo, echó el asiento para atrás y se acomodó para dormir diez minutos con el fin de recuperarse y volver a trabajar.

Cuando ya estaba dispuesto a cerrar los ojos, su cuerpo comenzó a temblar, sintió la necesidad de vomitar y notó que un líquido oscuro y espeso salía de su boca. No lo pensó dos veces y decidió ir a un hospital.

La buena suerte no estaba de su lado. Tres de las cuatro ruedas del taxi estaban desinfladas. Según él, alguien le estaba jugando una broma y él no tenía intención alguna de reírse. Buscó su celular y se dio cuenta de que lo había dejado en la central de taxis.

Buscó a gente que lo auxiliara a su alrededor, pero a esa hora y en ese lugar, era algo difícil de pedir.

Entró nuevamente al auto, y después de largos y profundos respiros, previno que se rendiría.

Sus últimos minutos de vida comenzaron con convulsiones, para luego terminar en una paralización completa de su cuerpo, menos de sus ojos que miraban horrorizados de un lado para otro pidiendo ayuda.

Fue en ese momento, cuando un hombre encapuchado se acercó al auto sigilosamente, sacó de su bolsillo un papel doblado, lo estiró rápidamente y lo puso sobre la ventana del conductor con el fin de que este lo leyera.

Ángel trató de gritar, pero sólo sus ojos expresaban el terror que sentía, luego de leer la nota que cruelmente se deslizaba por el vidrio:

“Hola, soy Pedro. Envenené tu última comida del día. Soy amante de tu esposa y ahora padre de tus hijos. Suerte”


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Extraño hallazgo de taxista muerto en estacionamiento de Casa Piedra

Un extraño hallazgo se produjo en horas de la noche en el estacionamiento del centro de eventos Casa Piedra. Un taxista, identificado como Angel Moraga Leiva,fue encontrado muerto dentro de su vehículo con un líquido oscuro saliendo de su boca. Se cree que falleció por la ingesta de algún tóxico y no se descarta la participación de terceros.

ESTÁ DECIDIDO


Por Javier Chamorro B.

Como era de costumbre, fui con mi compadre Nacho a “la piedra del indio” acá en Coyhaique. Lo único que cambiaría esta vez, es que no volvería de ese lugar.

Con el Nacho, escalamos la piedra hasta lo más alto. En la cumbre decidí que ya era la hora de ejecutar lo que había planeado. Luego de ver el paisaje un rato, salté hacía la punta que estaba más al borde de la piedra. Nacho no entendió el motivo de mi actuar y rápidamente me alertó a que tuviera cuidado. Le ignoré, puesto que ya estaba decidido.

No fueron los problemas de amor lo que me impulsaban a esto; a mis 26 años de edad no eran algo transversal. Lo que ocurría es que de tanto vivir, me aburrí de la monotonía de mi existencia. Quería algo nuevo, salir de esta cárcel de piel y huir a otro lugar. Si tenía suerte, allá sería feliz.

Sentía una fresca brisa en el rostro. Miré un rato el paisaje y podía observar al río invitándome a sumergirme en sus aguas de libertad. Pero ese bello instante de inspiración cambió cuando un ruido comenzó a interferir en mi huida.

Era un helicóptero. Los carabineros me gritaban por el megáfono que no hiciera algo estúpido. Al sentir la alerta, busqué con la mirada a Nacho, quien estaba con su celular en la mano. Supuse inmediatamente que él había llamado a la policía. Igualmente ni los gritos de mi amigo podrían cambiar mi elección. En ese momento, me dije a mí mismo: “Ahora es cuando”.

Con un breve impulso me dirigía hacia la libertad. En medio de los gritos, sentía el aire a gran velocidad chocando contra todo mi cuerpo y solo podía ver de forma distorsionada el suelo que se me acercaba. Cuando toqué la tierra sentí que no la atravesaría, por un segundo pensé que había fracasado. Pero no fui negativo, mi anhelo llegó pronto, solo una luz blanca me indicaba que ya estaba en casa.

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52 metros de altura
Joven se suicida lanzándose desde "Piedra del Indio" en Coyhaique

COYHAIQUE, octubre 14.- Como Alex Fernando Chávez Barrientos de 26 años, fue identificado el joven quien falleció en forma instantánea, luego que decidiera quitarse la vida arrojándose desde la Piedra del Indio, precipitándose desde una altura de 52 metros.

OTRA VISIÓN, OTRO MUNDO


Por Matías Morales

El hambre provocaba que le sonara la tripa. Caminando muy elegante se dirige a su plato de comida y comienza el festín. Ya se ha terminado el alimento y sólo queda buscar un buen lugar para echarse a reposar.

No fue sino con los años que había adquirido esta extraña manía, probablemente a causa del hecho de vivir en un departamento y aburrirse de la pésima decoración, sobre todo del incomodo living y las agrietadas sillas del comedor, que componían la sumatoria de causas que lo habían llevado a internarse a nada más ni nada menos que a la vivienda de su vecino de abajo.

Ya conocía todos los horarios, tenía una estudiada y comprobada estrategia para bajar de manera sencilla y poder subir rápidamente en caso de ser sorprendido en dependencias ajenas. Como si fuera una adicción, todos los días bajaba y degustaba las texturas de los sillones, las alfombras y sobre todo de las camas. Era evidente su aprecio por la cama matrimonial de la pieza del fondo, en la cual pasaba un par de horas al día descansando. Cuando notaba que a los propietarios se les quedaban algunas sobras de comida de su agrado, las comía con gusto o se llevaba algo para el camino.

“Todos los excesos son malos” fue lo que había aprendido en esta ocasión. El abuso fue demasiado. Mucha comida reposada en una súper comodidad daba como resultado una excelente siesta. Era esa cama matrimonial la que lo llamaba y no se quedaba tranquilo hasta dormirse aunque fuese un momento. Mal hábito a la hora de echarse a reposar luego de un contundente almuerzo. Menos mal que tenía buen oído y se despertó de inmediato cuando escuchó el ruido de la puerta al abrirse. Corrió lo más rápido que pudo, alcanzando una velocidad que nunca antes había logrado.

Se había enterado, escuchando conversaciones varias, que el caballero que vive abajo se ha molestado por las visitas que hacía a su hogar cuando él no se encontraba. A pesar de aquello quiso seguir haciéndolo, pero se llevó una desafortunada sorpresa al ver que la entrada, esa vía a la felicidad, estaba cercada por una reja impenetrable.

Ya han pasado dos meses y él se las arregla como puede para tirarse un rato a descansar en su propia cama, revolcándose de un lado para otro. No encuentra la posición correcta. No puede descansar, y en su ansiedad decide ir al balcón del vecino de abajo. Sin embargo, la reja sigue ahí, tan rígida como siempre. Resignado, voltea para subir a su morada y logra divisar la ventana del cuarto contiguo al balcón completamente abierta.

No tardó ni un par de segundos para armarse de valor y saltar por la ventana. Una vez adentro, caminó hipnotizado hasta llegar a acomodarse sobre esa textura que le entrega tibieza y suavidad, que sólo posee esa cama de la pieza del fondo; cuando súbitamente la puerta de la casa se abre. La salida rápida estaba cerrada y no alcanzaba a llegar al cuarto de la ventana contiguo al balcón.

A él ya no le importaba, estaba tirado en la cama de sus sueños y nadie lo iba a sacar de allí. De pronto, la puerta se vuelve a abrir y se cierra bruscamente. El salió cautelosamente de la pieza y avanzó por el pasillo: un delicioso aroma lo llamaba desde la mesa. Encima yacía el cadáver de una reineta. Él lo tomó, pensando: “ahora va a ver con quién se está metiendo”

La puerta se vuelve a abrir, pero él ya arrancaba con el botín.
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Animal pillo huyó con el almuerzo y aún no ha sido identificado
GATO ENTRO A LA COCINA DE ANCIANO Y LE ROBÓ SU REINETA

CRÓNICA DE MI MUERTE


Por Mónica Rivera

Hace algún tiempo me encontraba viviendo en Holanda. Las cosas marchaban muy bien, pero algo siempre me decía que debía volver a Argelia, mi tierra natal. Si bien nunca hice caso de ese presentimiento, el tiempo le daría la razón a estos eventos que uno no considera razonables.

Se aproximaba el verano y deseaba ir de vacaciones a Argelia, pero algo me detuvo. Conocí a una muchacha que me encandiló completamente, pero ella tenía una familia lo suficientemente complicada como para que yo me inmiscuyese en sus asuntos. El caso es que yo no les agradaba a ellos, como ellos no me daban una buena impresión mí. Me aconsejaron que me olvidara de ella, pero no podía hacerlo. Me sentía realmente acorralado.

Las cosas fueron de mal en peor: sus padres tenían fama de narcotraficantes y al fin comprendí el modo de agradarles y ganar dinero a la vez. ¿Han escuchado el dicho: “si no puedes contra tus enemigos, únete a ellos”? Bueno, eso fue lo que hice. Lo que nunca predije fue el final que tendría mi historia.

Lo que yo no sabía es que al momento que ellos me demostraban su confianza, planificaban un fatal acontecimiento. Como prueba de mi fidelidad, tuve que ingerir bolos de cocaína, aproximadamente unos 20. Luego de eso me dirigí a una dirección que ellos me indicaron, lugar que sería testigo de mi tragedia.

Lo último que oí es que mi cuerpo iba a ser el testimonio de lo que siempre tuve en la vida, creo que nunca merecí lo que me sucedió, desde aquí pido las disculpas pertinentes a mi familia por lo que les estoy haciendo pasar y les informo que los que obtuvieron mi cadáver nunca fueron mis amigos.


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Descubiertos 50 millones de euros en las entrañas del cadáver de un argelino repatriado

El joven, cuya identidad no ha sido precisada, murió a principios del verano en Holanda, donde residía, tras lo que ciudadanos extranjeros -que dijeron ser amigos del fallecido- contactaron con su familia y se hicieron cargo de la repatriación de su cuerpo al domicilio familiar en Orán, en el oeste de Argelia.Los "generosos amigos" propusieron incluso correr con los gastos del funeral y el entierro lo que provocó los resquemores de la familia del difunto, especialmente cuando descubrieron rastros de suturas en el cadáver.En la autopsia se descubrió que el cuerpo había sido vaciado de todas las entrañas y rellenado en su lugar con 50 millones de euros en billetes.

martes, 14 de octubre de 2008

UN MARCIANO ROBÓ MI IDENTIDAD


Por Vania Burton

En realidad aún no entiendo porqué estoy tras estas grises rejas, si mi comportamiento siempre ha sido el de un ciudadano normal que tuvo como único pecado haber intentado ser un héroe. ¿Desde cuándo se te encarcela por ello?

Mi infancia y adolescencia fueron como las de cualquier otro niño español: fui al colegio, asistí a fiestas, di mi primer beso, pololee y hasta… Bueno, ya saben. Si existía una cosa que me diferenciaba de ustedes, mis queridos lectores, era mi gran fanatismo por “La Guerra de las Galaxias”. Había visto por lo menos 300 veces cada una de sus películas y, tengo que admitirles, llegó un momento en que dejé de verlas con el simple ojo de un aficionado, develando el verdadero mensaje que quiso dar George Lucas. Analizando pude descubrir que las películas profetizaban un cercano ataque alienígena, para cual debíamos estar preparados. Pero, haber sido portador de un secreto tan importante como ése no fue tarea fácil, sino que, por el contrario, desde ese momento empecé a escuchar voces que me sometieron a un arduo entrenamiento para derrotar a las fuerzas del mal y convertirme en el mejor de los padawan.

Los marcianos no tardaron en aterrizar sobre la tierra, y no llegaron bailando chachachá como tanto profetizaba la canción, sino que lo hicieron apoderándose de todo cuerpo humano que se le cruzara en el camino, para poder camuflarse entre nosotros y realizar más fácilmente su ataque. Pronto, la tierra se vio rodeada de marcianos-policías, marcianos-doctores, marcianos- profesores marcianos-empresarios y hasta marcianos- presidentes, como fue el caso de Norteamérica. El ataque alienígena se realizaba de una manera descarada y todos permanecían ciegos ante ello. Bueno, todos menos yo, que ya era un Jedi, listo para salvar a la tierra de esas verdes criaturas.

Mi plan iba viento en popa, tenía todo listo para empezar la cacería la semana próxima. Pero hubo algo que adelantó los hechos. Mi hermano menor hacía días actuaba de manera extraña, no tenía apetito y su piel se le había tornado un tanto amarillenta, y pese a que mi mamá y el doctor advertían que se podía tratar de un cuadro de hepatitis, mi diagnostico era claro: A mi hermano lo habían cambiado por un alienígena para vigilarme.

El espía puesto en mi casa se debía a solo una razón: los extraterrestres ya conocían mi plan y querían sabotearlo, ¡Debía actuar ahora! Salí corriendo de mi casa para dar aviso a las autoridades, corrí, corrí, como nunca antes lo había hecho, hasta que la sombra de una enorme nave puso fin a mi maratón. Quedé paralizado por al menos 10 minutos y habría estado mucho más si una voz no me hubiera advertido: ‘’ Corre, corre joven Jedi, la fuerza te acompaña no te dejes engañar’’ escuché del cielo. Las voces me alentaron a retomar mi huida y me guiaron hasta una estación subterránea del metro de Barcelona. Me introduje sin pensarlo, pues tenía la convicción de que los extraterrestres no bajarían hasta allí, ya dentro me sentí seguro y me dispuse a tomar el próximo metro. Mientras esperaba empecé a observar detenidamente a cada uno de los pasajeros, por si entre ellos se camuflaba algún alienígena, pero todo lucía normal. De repente el tiempo pareció detenerse y de la nada aparecieron dos extraterrestres que tomándome del brazo, me llevaron a un rincón. En mi lugar apareció otro extraterrestre que era idéntico a mí. Eso fue lo último que vi, pues me pusieron un capuchón y perdí el conocimiento. Al despertar me encontré frente a decenas de ojos horrorizados y dedos inquisitivos que señalaban acusándome de asesino. Solo después de unos minutos pude entender: Me acusaban de empujar a un hombre al metro. Pese a mis explicaciones, nadie parecía creer mi encuentro cercano de primer tipo.

Hoy estoy tras las rejas y frente a un montón de doctorcillos que, constantemente, me catalogan de esquizofrénico y paranoico. Los extraterrestre lograron su cometido, ahora no hay nadie que pueda impedir que el lado oscuro de la fuerza se apodere de la tierra.

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Un hombre, acusado de arrojar a otro al metro de Barcelona, consiguió que rebajaran de 20 a 14 años su pena después de declarar que quien había cometido el crimen no era él sino un marciano que se apoderó de su identidad.

LA VIOLENCIA QUE CONDENÓ A UNA MUJER


Por María Paz Donoso E.

Adriana Villa es una mujer de esfuerzo que vive en la población El Cortijo en la comuna de Conchalí. Tiene 57 años y desde los 14 comenzó a trabajar como vendedora ambulante en Estación Central. Junto con sus hermanas Luisa y María Guadalupe ayudaban diariamente al sustento del hogar. Sus padres cayeron en el embate del alcohol y las drogas, por lo que la inestabilidad económica se evidenciaba a cada rato. Al parecer, estaban destinadas a una vida de sacrificio, en el que el círculo de la pobreza no cesaría.

Fue en su trabajo donde conoció a Juan Peralta. Había salido recién de la cárcel, luego de una condena de 10 años por robo con secuestro. Se enamoraron a primera vista. Luego de un tiempo, decidieron casarse e ir a vivir a la casa de Adriana. De esa relación nació Matías, ahora de 38 años, el cual se alejó de dicho núcleo, volviendo en contadas ocasiones. Él es Ingeniero Comercial y logró estudiar gracias a un crédito fiscal.

Las hermanas Villa poseen una vivencia familiar dramática. Como un verdadero circulo vicioso, Adriana se acercó a las drogas y el alcohol influenciada por Juan. Fue tal el nivel de adicción en la niñez de Matías, que los dos padres en más de una ocasión fueron pasados por indigentes en el Hogar de Cristo. Y en los periodos en que ambos estaban lúcidos y tenían algo de ansias de progresar, la violencia intrafamiliar se apoderaba del hogar. Adriana sacó a relucir su impulsividad violenta, la que le jugaría una desagradable pasada en el futuro. Juan fue numerosas veces golpeado con botellas de cerveza y Matías con la correa para que estudiara. A pesar de todo ese infierno, la madre deseaba que su hijo saliera del submundo. En su interior de verdad anhelaba que su primogénito fuera un grande.

Entre periodos de lucidez y reinado de drogas, Juan Peralta fue herido de muerte en una de las primeras protestas en contra del Régimen Militar en 1983. La violencia con motivos políticos más una rencilla con narcotraficantes fueron la causa de una muerte cruel. Adriana, dolida, no se sentía capaz de nada. En lugar de hacer caso a sus hermanas y pedir asistencia médica, vivió un periodo crítico. La cocaína y el alcohol se convirtieron en su refugio por un año. Por otro lado Matías era criado por Luisa y sus primos en una casa vecina. Ella y María Guadalupe habían logrado salir de la casa de sus padres.

En 1985, con 34 años, Adriana quiso dar un giro a su convulsionada vida. Estaba arrepentida de muchas cosas. "¿Por qué tuve que repetir lo que hicieron conmigo en mi infancia?".

La mujer seguía siendo conocida entre los locatarios ambulantes de Estación Central y fue debido a esto que no tardó en establecerse nuevamente en un rubro que desde su juventud lo manejó de pies a cabeza.

Justo en el momento en que Matías logró entrar a estudiar Ingeniería Comercial, Adriana encontró un trabajo de empleada doméstica en una casa en La Florida. Pero al cabo de dos años fue sorprendida por los dueños de casa donde trabajaba golpeando al hijo menor. Fue inmediatamente despedida.

Además, Matías estaba alejado. Todo lo anterior provocó una nueva caída de la mujer en las drogas y el alcohol. Su vida estaba destinada a eso: “este es mi mundo. Y aquí voy a morir”. En 1994 llegó un nuevo vecino al pasaje algarrobal. Su nombre: Pablo Vega Ramos. Adriana se sintió atraída por él. Él también experimentó una atracción especial y la química fue inmediata. Se fueron a vivir juntos, en la casa de la mujer. Una nueva etapa en la vida de Adriana estaba por comenzar.

Fueron 14 años relativamente felices. Matías se tituló de Ingeniero Comercial, pero se solventaba el mismo. En muy pocas ocasiones se dirigió a su madre, sus tías mantenían un contacto más fluido con el prodigioso joven. No obstante, focos de violencia provocados por la lucha de drogas empañaron la convivencia con golpizas y ataques sexuales. La responsable fue ella y nuevamente no aceptó la ayuda de sus hermanas en ver a un especialista. Además, le advirtieron que varios vecinos visto a su pareja en actitudes cuestionables con hombres. Ella hizo caso omiso.

Más los rumores resultaron ser ciertos. Aprovechando que Adriana no llegaría ya que asistiría a un cumpleaños, Pablo llamó a dos amigos travestis para pasar una noche de película. Pasaron unas divertidas 4 horas con juegos sexuales. Sin embargo, Ramos no sospechaba que Adriana volvería antes a la casa. Tenía un presentimiento extraño. Abrió la puerta y oyó ruidos en su habitación. ¿No era que Pablo debía estar durmiendo? Sorprendida ingresó a la pieza y vio lo que estaba ocurriendo. La rabia y los más contradictorios sentimientos se apoderaron de la mujer. Los travestis huyeron. Adriana agarró dos largueros de la cama y le pegó a Pablo hasta dejarlo inconsciente. Luego intentó castrarlo con un cuchillo que fue a buscar a la cocina, pero la pena la carcomió por dentro. Lo acostó, le curó las heridas y le cocinó un caldo.

Reflexionó mientras dormía. La violencia no la estaba conduciendo a nada y era la causante de los momentos más infelices de su vida. Su hijo Matías no daba señales de acercamiento. Estaba pensando en verdad aceptar la ayuda de un especialista y controlar de una vez por todas un problema que se arraigó en su problemática infancia. A pesar de sus buenas intenciones, no sabía que en ese mismo instante su vida daría un giro dramático.

A la mañana siguiente, la mujer se levantó para dirigirse a la feria. Y se percató que su conviviente no respiraba. Con un fuerte sentimiento de culpa, le contó lo ocurrido a una vecina y luego a sus hermanas. Posteriormente, funcionarios de carabineros de la Brigada de Homicidios la tomaron detenida.

Adriana Cecilia Villa Zurita fue imputada por parricidio y fue trasladada al Centro Penitenciario Femenino. Arriesga entre 15 años y cadena perpetua calificada.

http://www.lacuarta.cl/contenido/63_22076_9.shtml

EL ADVERSO HADO


Por Hernán Quiroz

Desde tiempos inmemoriales, la astucia canina ha acompañado al hombre en sus quehaceres domésticos. El mamífero ha sido testigo de los numerosos descubrimientos realizados por el hombre, incluso se ha hecho partícipe de copiosas hazañas; aún cuando no exista un registro verídico que respalde a cabalidad este suceso. Ningún augur podría vaticinar que la corrosión que aflige progresivamente al hombre podría trasladarse al mejor de sus camaradas; desatando el día fatídico de una familia. Por sobre cualquier sueño o proyecto que este grupo familiar tuviera con el menor de sus retoños, imperó el aciago destino, el cual ya había dispuesto el deceso de una pequeña, en la que se supone es época de florecimiento, la primavera.

El funesto acontecimiento se sitúa en el apacible hogar de la familia Román-Jofré, los cuales residen hasta el día de hoy en la calle San Pedro de Puente Alto. Emilia Jofré y su hermana Marisol se aprestaban para recrearse junto a la pequeña lactante, Catalina Román. Era tan plácida la existencia de estos seres humanos en particular, pues su pequeña los abstraía de los incontables obstáculos que deben soslayar a diario los habitantes de Santiago, capital de una nación tan remota. El nefasto episodio que procede de la acción del hado produjo una ruptura en la armonía del núcleo familiar que ningún consuelo podría restaurar.

Mientras las dos mujeres adultas se divertían en el patio de su domicilio, la niña lanzó de manera instintiva uno de sus juguetes a una mayor distancia de la que solía hacerlo, por lo que su madre se dispuso a recoger el artículo. Por otra parte, su tía Marisol retornó a la morada para cumplir con ciertas labores hogareñas.

En una fracción de segundos, se concretó la inminente tragedia. "Káiser", residente canino de la calle San Pedro, adoptado desde que era cachorro por los residentes de esa casa, fue el ejecutor de tan lamentable fallecimiento. En un hecho que no tiene precedentes para los moradores de la calle mencionada, la bestia iracunda se abalanzó sobre la lactante, y en su colérica embestida acabó con la promesa de una vida placentera para la totalidad de una familia, además de todas las expectativas depositadas en la posteridad.

El ahínco de cualquier sanador por engañar a la muerte fue infructuoso, puesto que ella está siempre ávida de almas tan frescas e inocentes como la existente en la pequeña Catalina Román; la cual reclamó en el hospital Sotero del Río.

Al enterarse Rodrigo Román, padre de tan bello retoño, su corazón se llenó de tristeza e ira por el movimiento del can que destrozó la armonía reinante en su hogar. La herida no cicatrizaría con facilidad y el enorme rencor que habitaba en su corazón sí envenenaría su alma a largo plazo.

Con dificultad, el cuerpo policial amarró a la criatura causante de la desdicha de los progenitores de Catalina. Los solidarios pobladores resolvieron resguardar la integridad de los vecinos y no conservar a Káiser en ninguna medida; engendro de sus propias amarguras, tribulaciones, y agonías.

Aparentemente, la “degeneración” es un mal contagioso para las otras especies. No obstante, ninguna acción vengativa que implique rechazar lo que la fortuna ha dictaminado hará que la felicidad se reincorpore a la vivienda de la familia Román-Jofre; ni siquiera un proyecto de ley que no parece tener prioridad, por la evidente desidia de una Comisión de Salud del Senado…

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Lactante de 10 meses muere tras ser atacada por perro

Catalina Román todavía no sabía caminar, así que a sus 10 meses el andador era toda una novedad para ella. Por eso, después de almuerzo, su mamá, Emilia Jofré, y su hermana de 22 años, la llevaron al patio de su casa, ubicada en calle San Pedro en Puente Alto, y ella comenzó a jugar.

Como toda guagua, lanzaba sus juguetes al suelo repetidamente, hasta que tiró uno más lejos y su mamá se levantó para recogerlo. Fue cosa de segundos, porque en ese mínimo descuido el perro de la casa, “Káiser”, se abalanzó sobre la cabeza de la pequeña. Las heridas le costaron más tarde la vida.

EL AMIGO SE VUELVE ENEMIGO


Por Carolina Escobar R.


Fabiana y Gustavo se conocen de toda la vida. Siempre vivieron en la población Manuel Plaza, comuna de Puente Alto. Durante la niñez no se hablaron. Sólo se conocían a través de sus madres, que solían visitarse para comentar las últimas copuchas del barrio, pedirse una taza de azúcar cuando faltara o simplemente para acompañarse en esas mañanas solitarias, pues sus maridos trabajaban y los niños asistían a la escuela.

La indiferencia y repulsión que sentían mutuamente cambiaron en la adolescencia al comenzar a trabajar en el supermercado Jumbo. Fabiana de cajera y Gustavo como reponedor en la sección de juguetes. Fue en este período que descubrieron la verdadera conexión que había entre ellos, nunca antes dimensionada y que ninguno de los dos se atrevía a reconocer. No obstante, Gustavo, ya cumplido los 18 años, no soportó más y un día cruzó la calle, golpeó ansioso la puerta hasta que apareció su vecina, ahora convertida en una hermosa mujer. Sus miradas se perdieron en medio del bullicio que emitían los cabros chicos que jugaban a la pelota en la calle. No fue necesario pronunciar palabra alguna, el “silencio” y los ojos expresivos de ambos lo decían todo. Surgió así una relación, que dos años más tarde acabaría en matrimonio.

Con los ahorros de ambos, conseguidos gracias a las largas horas de trabajo en el supermercado, celebraron su casamiento. Fue uno de los eventos más recordados en el barrio por su grandilocuencia al estilo “Mi gran casamiento griego”. Tras la fiesta, los recién casados se trasladaron a vivir a la casa del abuelo materno de Fabiana, quien antes de morir producto de un cáncer pulmonar, se las había obsequiado.

Además les había regalado a su querido Rocky, un perro mezcla de doberman con pastor alemán, que dada su contextura fuerte y vigorosa, honraba a tal imponente nombre. El fiel canino fue, por mucho tiempo, el tercer integrante de la familia. Amaban demasiado a ese animal de orejas paradas, mirada tierna y grueso pelaje, tanto así que era el ser más querido del hogar. Sin embargo, las cosas cambiarían cuando llegara un nuevo miembro al grupo familiar.

Después de tres años, la pareja tuvo a su primera y única hija llamada Catalina, quien revolucionó a todos con su llegada. Fabiana había decidido dejar su trabajo para dedicarse plenamente a los cuidados de la pequeña, mientras que Gustavo continuaba en el supermercado, ahora ascendido al cargo de jefe de reponedores.

Los padres se preocupaban solamente de ella, olvidando por completo la existencia de Rocky. Naturalmente que “Catita”, como la llamaba cariñosamente, había desplazado su lugar como regalón de la casa, hecho que comenzó a generar los celos y la envidia por parte del can.

Un día, mientras la madre cocinaba, la niña de 10 meses jugaba en un andador con su infaltable cascabel. Su sonido daba tranquilidad a la madre, ya que así sabía que su hija deambulaba sin problemas. Sin embargo, el ruido del juguete se fue disipando, y el movimiento que producía la mano de la pequeña era cada vez más lento hasta soltar definitivamente el objeto. Al dejar de oírlo, la mujer salió de la cocina y fue al living. Miraba por todas partes desesperada buscando a su niña, hasta que vio la cola de Rocky que se movía detrás del sofá. Se acercó a el, soltó un grito apabullante que se escuchó en todo el vecindario y es que nunca imaginó que presenciaría la escena más macabra de su vida: el querido amigo de la familia estaba devorando la cabeza de Catita.

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Un perro mató a una niña de tan sólo 10 meses al interior del hogar de la menor en la población Manuel Plaza, ubicada en la comuna de Puente Alto. Su nombre era Catalina Ramos Jofré y fue mordida en la cabeza por el animal cuando se encontraba en su andador.

CASI LO LOGRAMOS…


Por Estefani Carrasco

Eran las 12 de la noche, los guardias ya habían pasado, sigilosos, imponentes, revisando celda por celda que todo estuviera en orden. Lo único que quedaba era dormir para asimilar otro día más de presidio, otro más de encierro entre cuatro paredes, de desesperación por convivir con la misma gente de hace tres años y no estar con sus seres queridos ni siquiera dos veces a la semana, de locura por no estar ni un solo día en libertad. Lo peor de todo es que quedaban muchas más jornadas así. Resignación, era lo que deberían sentir las 600 almas condenabas a muerte de la cárcel de Quillota, pero dos de ellas pensaban cambiar este panorama.

Esa noche después del último turno, el Checho y el Chato sacaban las herramientas de su escondite. En una de las patas de cada cama había un hueco que utilizaban para esconder un fierro que cumplía la función de chuzo, y con un jarro de metal, que a vista de los gendarmes era usado para el aseo personal de los reos, extraían la tierra que ocultaban dentro de sus colchones. Como se puede deducir, estos dos personajes excavaban un túnel para escapar de la prisión y alcanzar su libertad. El proceso era lento pero seguro, después de pasar la mitad de la noche a tres metros bajo el suelo del patio de la cárcel, entre piedras y polvo, se disponían a dormir tres horas. Luego, durante el día, repartían la evidencia entre el resto de los presos que sabia del plan, la dispersaban entre la harina con la que se cocinaba, entre los bolsillos, dentro de los zapatos, toda táctica para no levantar sospechas era valida.

Las terribles condiciones que debían soportar y la negación de visitas llevaron a estos dos hombres a la planificación del escape perfecto. La suciedad reinaba en baños, celdas y comedor, las ratas se paseaban como dueñas del lugar, la fetidez a caca intoxicaba a presos y gendarmes, los patios estaban llenos de escombros y asientos rotos, las celdas apenas tenían espacio para caminar, las espaldas de los presos estaban repletas de heridas producidas por los resortes que asomaban de los colchones de los camarotes, era una vida de dolor desesperanza y hacinamiento. Es verdad que todos los hombres que habitaban este penal habían cometido los peores crímenes de la V región: violaciones, parricidios, femicidios, pero aún así no habían perdido su condición de seres humanos y el derecho de un trato digno, no privilegiado, pero sí digno.

Fue así en una conversación acerca de las pésimas circunstancias que estaban pasando, que estos dos compañeros de habitación planearon su fuga. Con el dinero reunido por el “peaje” que cobrarían a los demás presos por el paso del túnel a la libertad, checho y chato empezarían una nueva vida muy lejos de aquí. La excavación, estaba ubicada en el patio. Lugar donde debían pelear obligatoriamente entre ellos para que altos funcionarios disfrutaran de un sangriento espectáculo y apostaran miles de pesos por el que quedara menos golpeado. Lo peor era que si alguien se oponía a esto lo encerraban por una semana sin comida en una celda de dos metros cuadrados. Otra razón más para escapar. El túnel estaba muy avanzado, ya no quedaba nada para terminarlo, fueron seis meses de arduo trabajo…

Pero sus sueños de libertad se vieron truncados por personal de inteligencia de gendarmería. La madrugada del 26 de abril, justo cuando cumplían tres años de presidio en esa asquerosa ratonera, sus carceleros descubrieron el túnel de seis metros de longitud que habían cavado. Sonó la alarma y despertaron a todos los reclusos, cada uno recibió dos golpes en cada brazo “para que entiendan que acá se quedan hasta que cumplan su condena”. Nadie delato a nadie, pero todos sabían que si no hablaban cada día aumentarían los malos tratos hasta que se supiera la verdad.

- Hay que quedarse piola, compadre, si no estos ctm, nos matan
- No te preocupi` checho, no sacaran na de mi, si no fuera por esos ratis, la próxima semana hubiéramos salido de la cana,
- Ya cagamos po` chato… ¡por la cresta si no faltaba na`!
- Lo primero que hubiera hecho si hubiéramos virao de aquí, ¡abrazar a mi mamá y comerme una de sus cazuelas!
- Ah! pero de que sirve pensar esa wea, si ya cagamos
-Pero checho, casi lo logramos…

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Funcionarios de Gendarmería descubrieron anoche un túnel de seis metros de longitud al interior del penal de Quillota, en el sector donde residen los reos de mayor peligrosidad.

¡BAILA GIGLIO DANCE!


Por Camila Molina


Durante los últimos años, en cualquier época, era posible encontrar al señor Escalante por el centro de la ciudad de Copiapó. Al principio pasaba inadvertido, sólo era uno más, nadie lo tomaba en cuenta. Él sí tomaba… pero alcohol y muchas otras cosas.
Nadie en la ciudad tiene clara su historia personal, dónde nació… Nada. Se dice que proviene de una familia con buena situación económica, pero desde que Giglio se hizo amigo de las drogas se le veía solo, deambulando por la plaza o las calles del centro.
A Giglio, entre aburrido y extasiado por las drogas, no le quedaba otra que divertirse por su cuenta. En donde escuchara música ahí partía. Podía ser fuera de una tienda, una vereda o en la misma plaza bajo los históricos árboles. Tampoco le importaba con quién, casi siempre estaba solo, pero eso no lo impedía para que unos cuantos domingos acompañara a los evangélicos.
Su diversión era simple… bailar y a la vez, sin querer, dar pequeños – pero buenos – shows a los adultos y estudiantes que lo veían.
Fue con su talento, carisma y simpatía con los que Giglio, día a día, llegó a convertirse en el nuevo ícono copiapino (después de Evanel, otro típico personaje de Copiapó). Los jóvenes lo empezaron a querer y a cuidar. En los veranos, toda la masa carreteaba en Caldera y Bahía Inglesa y, para no dejarlo bailando solo, juntaban plata y lo llevaban a relajarse unos cuantos días al litoral de la tercera región.
Los años pasaban y Giglio seguía haciendo sonreír a Copiapó. El año 2008 sería diferente.
Ya son las fiestas patrias y Giglio decide ir al parque El Pretil, cree que estará “entrete”, o sea, que habrá harto copete. Después que llegó al parque no recuerda mucho, todas las sustancias en su cuerpo habían hecho efecto y no encontró mejor cosa que bailar, bailar y bailar…
Dentro de su embriaguez no percató a un grupo de agitados (por no decir idiotas) neonazis que lo miraban y no precisamente con admiración. Se acercaron a él y no encontraron nada más interesante que dejarlo inconsciente en el suelo… No es que lo hayan empujado, lo golpearon y patearon en todo el cuerpo; lo dejaron tirado ahí creyendo que ya estaba muerto.
Al creer que ya habían hecho su tarea, se fueron… Quién sabe si ellos –al igual que Giglio – estaban borrachos, da lo mismo. Con o sin alcohol su forma de pensar era la misma.
Hoy, gracias a Youtube todo Chile y el mundo lo conoce. En Facebook ya son cientos los admiradores que se unen a diversos grupos para mostrar su apoyo al famoso personaje que, sí o sí, nos hace reír.

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Brutal paliza mantiene hospitalizado a Giglio Dance.

En estado grave, con un traumatismo encéfalo craneano, se encuentra internado en el área de cirugía del Hospital Regional de Copiapó el popular personaje Giglio Escalante, más conocido como "Giglio Dance".