Por Natalia Rodríguez Cartes
Estaba ahí, con la misma cara de aburrida que llevaba siempre. Tenía que cumplir con el horario, con la asistencia y con la materia en el cuaderno.
El primer día sólo lo miró. Le gustaba esa clase, pero nunca tanto como para levantar la mano en todas las ayudantías haciendo preguntas sobre los textos, que nadie más que ella leía.
Era linda, era realmente llamativa a la vista de cualquier hombre. Pero, más allá de la envidia, honestamente no tenía nada más de especial que ser rubia dentro de una universidad que se jacta de ser totalmente “pluralista”.
Él era un tipo normal, incluso medio feo. Era moreno, pelo de puercoespín, boca gruesa, voz normal, pero claro, y los ojos de color extraordinario: medio verdes, medio azules. Llamaba la atención de alguna forma. Sobre todo porque no se veía como un tipo canchero para nada, de hecho, sus jeans y camisa de ñoño cualquiera hacían que algunos riéramos de él en cada ayudantía.
Pasaron clases antes de que todos empezáramos a notar que ella lo miraba con ojos cómplices; antes de que a una amiga se le saliera aquel secreto: Se habían tomado un café juntos, fuera de la universidad, y no precisamente para hablar del trabajo.
Ahora entiendo porque a ella nunca le fue mal.
3 Comments:
Me encantan tus relatos así, en algún sentido, o sea, en como haces relatos paralelos, se parece al que mandaste del cabro que era sordo por culpa del MP3 (notable!)
Entera careraja la cabra... en todo caso, si es amor, no hay nadie que pueda juzgalos.
Ori
uuuf te explico el "amor" q se tenian
porq subieron esto
esta terrible mal escrito wajajajajajajjaajajjaa XD!!
aaayayaii lo q es mandar las weas sin revisarlas, con razon muñoz me sigue poniendo puros cinco
oye, lo edité
¬¬
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